Leí, hace unos días, en la versión digital de La Vanguardia (hace tiempo que deje de leer la prensa en papel), la siguiente noticia: Los colegios británicos retiran los relojes tradicionales porque los niños no saben leer las manecillas
En este artículo la directora de un colegio del barrio de Camden (Londres) comenta que no tiene sentido que los alumnos tengan que preocuparse de interpretar qué hora es en "un reloj que no forma parte de sus vidas". Recomiendo la lectura del artículo completo para hacernos una idea de por dónde van los tiros en el tema de la digitalización de la educación... y podréis comprobar que está muy distante de lo que en realidad deberíamos estar debatiendo y haciendo.
La noticia, ya de por sí impactante para mí, coincidió en el tiempo con la lectura del último libro de Alessandro Baricco: The Game... con lo que me dio aún más pie a reflexionar sobre cómo lo digital está cambiando el mundo o, más correctamente, cómo el mundo está utilizando lo digital en su cambio. No es lo mismo.
Sabemos con certeza que en un futuro no muy lejano tendremos que manejarnos con herramientas que todavía hoy no existen. Pero todavía sabemos con mayor claridad que no queremos que el mundo del siglo XXI se mueva con los parámetros del siglo XX, cuyos resultados fueron muy contradictorios, capaces de mostrar los mayores progresos de la humanidad, pero también sus más terribles miserias. En este sentido, la escuela (la educación en general) se está transformando porque hoy ya no se consideran válidos los paradigmas educativos del siglo pasado. Se rechaza sistemáticamente, casi de forma visceral, todo vestigio de la escuela del siglo XX: se repudian los libros de texto, se niega la importancia de las asignaturas, se menosprecia el valor del profesor transmisor/expositor, se reniega de las clases magistrales, se minusvaloran las metodologías didácticas de antaño... Todo está en proceso de cambio.
No es la cultura digital la promotora de este cambio en la educación. Es la necesidad de cambiar la educación la que está utilizando las herramientas y la tecnología digital para cambiar el paradigma educativo. Por tanto, lo importante no es si utilizamos o no IPads, chromebooks o cualquier otro gadget. Lo verdaderamente relevante es aprovechar estas posibilidades en nuestro interés y para conseguir nuestros objetivos.
Por tanto, lo importante no es si utilizamos los relojes analógicos o no en la escuela, o si dedicamos parte del tiempo escolar a enseñar a nuestros alumnos y alumnas a cómo interpretar el movimiento y la posición de las agujas del reloj. Lo importante es cómo podemos integrar la cultura digital en nuestros centros educativos para conseguir cambiar el propósito de la educación. Si queremos una civilización que sepa vivir y convivir en paz, un mundo sostenible, una sociedad más justa y equitativa... necesitamos una escuela nueva, una nueva forma de educar.
Soy muy consciente de que todo cambio, toda revolución, provoca un fuerte movimiento de resistencia. Por ello, existe aún un nutrido grupo de educadores que insisten en mantener los principios de la educación del siglo XX como los pilares básicos de la formación de las nuevas generaciones. Pero el cambio en la educación llegará (se está produciendo de forma exponencial) como ha llegado a otras instituciones y distintos ámbitos de la sociedad, la economía y la política. El cambio es imparable.
El mundo evoluciona y tarde o temprano nos tenemos que adaptar, pero siempre tendremos la opción de tomar nuestras propias desciciones jeje, muy interesante artículo Salva, te mando un saludo
ResponderEliminartnext.es
ResponderEliminarEs esencial enseñar informática a las nuevas generaciones, ya que el futuro será completamente digital. La tecnología evoluciona constantemente, y comprenderla les permitirá adaptarse y prosperar en un mundo cada vez más conectado y automatizado.