“Es
más importante abrir una puerta a la curiosidad de los niños que
darles toda la información.”
César Bona
El mundo
ha cambiado mucho en muy poco tiempo. Además, todo parece indicar
que seguirá transformándose a un ritmo cada vez más acelerado. Por
eso sorprende que la educación, el arma más poderosa que tenemos
para disfrutar de una vida plena, apenas haya experimentado cambios
significativos en sus aspectos más esenciales. Las múltiples
reformas del sistema educativo solo han conseguido transformar
aspectos formales y secundarios.
Ante esta
situación se escuchan cada vez más voces que demandan una
educación
que dé una respuesta real a las necesidades del mundo de
incertidumbre en el que vivimos. Al mismo tiempo, se está
produciendo un movimiento contrario, pues se alzan otras voces que
consideran que esta trasformación es innecesaria e incluso
perjudicial, por lo que insisten en abordar las exigencias del siglo
XXI con el paradigma educativo del siglo XX. Afortunadamente, este
movimiento de contrarreforma educativa no tiene la suficiente fuerza
como para impedir la transformación radical de los procesos de
enseñanza/aprendizaje que se dan en nuestros centros.
Algunos
de los postulados que propugna la nueva educación generan dudas y
críticas entre las personas que tienen un punto de vista más
tradicional. A continuación, trataremos de dar respuesta a las 6
dudas y críticas más habituales:
1. ¿Se
pueden trabajar las emociones en la escuela?
La
neurociencia ha demostrado que los aspectos emocionales están
relacionados con el rendimiento académico y con el bienestar
personal: la amígdala y el hipocampo, que son las estructuras
cerebrales responsables de la memoria a largo plazo, están situadas
en el área emocional del cerebro.
La
tolerancia a la frustración y la “resiliencia” son aspectos que
deben trabajarse en clase, no solo para que los alumnos sean capaces
de gestionar sus emociones, sino para que los conocimientos que
adquieran sean relevantes y significativos.
2. ¿Se
pueden trabajar los valores en la escuela?
La crisis
de valores es uno de los grandes problemas que tiene el mundo actual.
La escuela, junto a la familia, es un espacio privilegiado para
transmitir los valores que están aceptados por todos y contemplados
en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Una de
las consecuencias más importantes de la incorporación de la
enseñanza por competencias en las escuelas es la superación del
concepto de instrucción incorporando también la formación del
carácter. Esto supone la necesidad de trasmitir unos valores
que permitan educar en el siglo XXI.
3. ¿Se
puede enseñar a ser creativo?
Según
Ken Robinson, la creatividad se aprende igual que se aprende a leer.
En un mundo cambiante, donde la información se genera y se transmite
a velocidades de vértigo, la escuela no puede limitarse a transmitir
conocimientos, sino que también debe crearlos y compartirlos.
La
respuesta divergente, la búsqueda de nuevas preguntas y nuevas
respuestas, la iniciativa emprendedora… son habilidades básicas
imprescindibles en nuestra sociedad.
4. ¿Se
puede enseñar a pensar?
La
escuela tradicional dedica mucho tiempo y esfuerzo a memorizar datos
y conceptos que más tarde somos incapaces de recordar. Por eso, no
siempre aprobar un examen es lo mismo que adquirir un aprendizaje.
En un
mundo donde la información es líquida, la nueva educación debe
proporcionar a los alumnos las herramientas, las destrezas y las
competencias que les permitan tener un pensamiento crítico. No se
trata exclusivamente de saber cosas sino de saber qué hacer con
ellas.
5. ¿Se
debe escuchar a los alumnos?
Los
alumnos deben ser los protagonistas principales en la construcción
del conocimiento. Para ello es necesario escucharles, conocer sus
inquietudes, sus gustos, sus motivaciones y partir de ellas. Deben
tener una participación activa y responsable en el funcionamiento de
la escuela.
Las
escuelas deben ser lugares a los que los alumnos estén deseando ir
porque disfrutan aprendiendo y participando activamente.
6.
¿Competir o compartir?
Las
personas podemos ser competentes sin tener que ser necesariamente
competitivas. La competitividad no tiene por qué ser un valor
negativo, pero cuando el sistema educativo se basa exclusivamente en
ella no posibilita la cooperación ni la solidaridad.
En el
mundo actual, ser capaz de trabajar colaborativamente es una
habilidad cada vez más demandada en cualquier ámbito.
La
educación ha empezado una trasformación que es imparable y
necesaria para dotar a las personas de las herramientas que les
permitan aprender autónomamente durante toda su vida y así ser
capaces de adaptarse a los retos desconocidos que les deparará el
futuro. Estas herramientas incluyen un alto
nivel en el aprendizaje de los contenidos
de las distintas materias curriculares, pero no exclusivamente. Se
trata de saber muchas cosas, pero con sentido, entendiéndolas y
sabiendo aplicarlas en situaciones reales. La educación necesita de
otras habilidades y destrezas para empoderar a los alumnos y alumnas
ante la incertidumbre de un mundo cambiante.
La educación evoluciona a pasos agigantas, siento que lo mas importante es estar al día en la mayoría de los avances
ResponderEliminar