No comparto en absoluto la afirmación de que se educa en casa y se aprende en la escuela.
Hoy en día se educa en la familia, pero también en la escuela. Y estoy convencido de que se aprende en la escuela y en la familia (y gracias a los medios de comunicación, a la facilidad del acceso a la información...). No ser consciente de ello es un grave perjuicio para los niños y los jóvenes, pero también para la escuela y las familias.
La clave está en la cooperación y la coordinación entre familia y escuela. Ya va siendo hora de que todos rememos en la misma dirección, que todos demos los mismos "mensajes", que todos entendamos y compartamos que hay algunos valores que son indispensables para sobrevivir en el mundo actual.
La tolerancia, la cooperación, la responsabilidad, la transparencia, el entusiasmo son algunos de esos valores que, además de en la familia, deben tener cabida en la escuela. Por eso es necesario educar en nuestras escuelas con afectividad y efectividad.
Los alumnos y alumnas de nuestras escuelas tienen que "abrazar" los contenidos de las distintas materias. Queremos que salgan de la escuela con el máximo nivel de conocimientos posibles. Pero los alumnos también tienen que "abrazar" las destrezas, las habilidades y las competencias que les permitirán tener una vida plena.
Pero, aunque algunos todavía sean reticentes a creerlo, los alumnos y las alumnas deben ser ellos mismo abrazados, en sentido literal y figurado. Es cierto que los abrazos no sustituyen a las ecuaciones, a las fórmulas matemáticas, a las definiciones de conceptos, a las reglas ortográficas..., eso es cierto, pero sin duda ayudan a que todo esto se entienda mejor, se asimile más y se interiorice de forma significativa de modo que sean capaz de utilizarlos durante toda su vida.
Aunque te cueste entenderlo, los abrazos no se dan solo con los brazos, no es solo acercan nuestros corazones para que latan uno junto a otro. Los abrazos también se dan con la mirada, preguntando cómo te encuentras, qué te preocupa, cómo te sientes, qué te pasa... Y de ese tipo de abrazos los docentes tenemos que darlos todos los días, en todo momento.
Sí, una de las funciones de los docentes es dar abrazos (de los reales y de los figurados). Puede que esto sea una pequeña parte de la solución para mejorar la educación en nuestras escuelas, pero es muy necesaria.
LA BUENA EDUCACIÓN, SIMPLEMENTE, DEBE SER VERDAD
Hace 2 semanas
Hola buenas, acabo de descubrir su blog y me parece que es muy interesnte y con muy buen contenido, yo estoy estudiando magisterio y de verdad que me ha encantado el blog. Estoy tabajando actualmente en un blog sobre la desigualdad social en la educación, y me gustaría que lo visitara y dejara algún comentario con motivo de mejorar mi contenido.
ResponderEliminarsitio web: https://desigualdadsocialeducacion.blogspot.com.es/
muchas gracias, ya suscrito al blog y deseando nuevos contenidos.
Hola:
ResponderEliminarYo estoy totalmente de acuerdo contigo, a veces existe mucha violencia en el aula y no solo de alumnos a alumnos, sino de los docentes que a veces se creen superiores. Y los niños y jovenes estan avidos de cariño y comprensión.
es muy interesante saber la importncia de generar lazos entre familia escuela y alumno, si bien es es cierto que para que le niño tenga este entusiasmo se le debe mantener siempre el valor como niño, como alumno pero sobre todo como hijo, y siempre reforzar cada uno de los valores.
ResponderEliminarMuy buen post me gusto mucho como hablaste del tema ;)
ResponderEliminarMe parece muy acertada la reflexión del autor. Tradicionalmente no se ha prestado atención a las emociones, nunca se han contemplado como un aspecto relevante dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje Sin embargo, son muchos los estudios que evidencian que la educación afectiva juega un papel muy importante en el aprendizaje de los alumnos.
ResponderEliminarHabitualmente, la educación ha estado en manos de la familia y la comunidad, siendo éstas, a través de la transmisión generacional, las que dotaban a los individuos de las habilidades necesarias para vivir en sociedad, de modo que, salvo excepciones, esas habilidades no se han enseñado en la escuela.
Los profundos cambios acontecidos en nuestra sociedad nos llevan a la necesidad de una educación que transmita valores y que tenga en cuenta la importancia de las emociones y ¿por qué no se puede dar esa educación en la escuela? Por favor, ¡basta ya de contemplar la escuela como mera transmisora de conocimientos! sí, la escuela tiene que enseñar pero, al igual que la familia, también tiene el papel de educar.
Hablemos de educación afectiva, según Alcalay y Antonijevic (1987) La educación afectiva involucra variables tanto cognitivas como afectivas: cognitivas, en cuanto a habilidades de pensamiento y conductas instrumentales para alcanzar las metas propuestas; afectivas, en tanto comprende elementos como la autovaloración, autoconcepto, etc.
Son muchos los beneficios de la educación afectiva, favorece la comunicación, el entendimiento y el respeto. Un clima de afecto favorece, así mismo, el bienestar personal y las relaciones interpersonales. Por otro lado, el profesor ha de buscar el autoconocimiento y la autonomía de sus alumnos., el elemento fundamental es la comunicación tanto verbal como no verbal, es importante que los alumnos tengan la oportunidad de expresar sus necesidades y que éstas sean recogidas y tenidas en cuenta, pero también es importante un buen tono de voz, un gesto cariñoso, una mirada amable, una mano apoyada en el hombro, todos estos son pequeños gestos que integran al alumno en el aula, le aporta confianza y seguridad en sí mismo y le hace ser más participativo.
La educación afectiva favorece un clima de seguridad y confianza que repercute de forma positiva en los alumnos favoreciendo la autoestima y el autocontrol, siendo estos, factores que contribuyen a la mejora del rendimiento académico.
El alumno necesita que se le reafirme, que sus esfuerzos sean reconocidos y valorados de forma positiva, y el profesor ha de hacerle sentir que está ahí para él, para ayudarlo y para guiarlo, que confía en sus capacidades, de esta forma el alumno estará cada vez más integrado en el aula y se planteará nuevos retos.
En mi opinión, afectividad y efectividad van de la mano porque está demostrado que la educación afectiva favorece un clima de seguridad y confianza que repercute de forma positiva en los alumnos favoreciendo la autoestima y el autocontrol, factores que contribuyen a la mejora del rendimiento académico.
Como norma general la función de la escuela ha sido formar a sus alumnos en cuanto a conocimientos técnicos pero hoy en día la necesidad va más allá y su principal objetivo ha de ser la formación de personas íntegras tanto a nivel intelectual como emocional y por ende personas libres y felices.