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"El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona." Aristóteles
Tener en casa un ordenador y usarlo como usuario, no me convierte en informático. Que una vez, ante los primeros síntomas de un resfriado decidiera tomarme un analgésico y remitieran los síntomas, no me convierte en médico. Tener mi dinero en un banco y buscar que me dé el máximo rendimiento, no me convierte en economista. Peinarme todos los días antes de salir de casa, no me convierte en peluquero...
Entonces, ¿por qué todo el mundo cree saber sobre educación por el simple hecho de haber ido a la escuela?
Quizás esta sea la causa del desprestigio que estamos sufriendo los profesionales de la educación. Aquellos que hemos dedicado buena parte de nuestra vida a estudiar todo lo que nos permite conocer cuál es la mejor de transmitir conocimientos, saberes, valores, habilidades, destrezas somos continuamente cuestionados sobre nuestra manera de educar, por personas que creen saber más que nosotros sin más argumento que el hecho de que ahora se pretende enseñar de manera distinta a como ellos fueron enseñados.
Es habitual que nos tachen de charlatanes, vendehúmos, ignorantes, embaucadores y otras faltas de respeto parecidas, que en ocasiones incluso provienen de personas de están en cargos públicos de alto nivel. Se desprecia nuestra forma de entender la práctica educativa, aunque esté basada en teorías, investigaciones y experiencias contrastadas.
La educación es mucho más que la memorización de datos, fechas y definiciones. A aquellos que dicen que los niños de ahora "no saben nada" les preguntaría de qué les ha servido en la vida conocer de carrerilla la lista de los reyes godos, o cualquier otra lista que les hacían aprender.
La educación debe aportar mucho más y debe servir para compensar las desigualdades sociales; la equidad es uno de sus principales propósitos. La educación debe servir para transmitir el conocimiento y la cultura conocidos, pero también para transformarlos y mejorarlos. Para ello debe dotar de las herramientas que permitan un aprendizaje permanente y autónomo que nos permitan desarrollar todo nuestro potencial como seres humanos. Y eso no se hace simplemente obligando a los alumnos a recibir pasivamente unos conocimientos... hay que hacer que ellos mismos sean capaces de construirlos y saber qué hacer con ellos.
Para finalizar, me gustaría hacer un poco de autocrítica. No ayuda nada a cambiar ese concepto negativo del que hemos hablado el hecho de que exista tanto "papanatismo tenoeducativo", Se ofrecen continuamente soluciones mágicas y recetas milagrosas a los problemas de la educación sin antes realizar un trabajo previo de fundamentación y una posterior evaluación de los resultados. En demasiadas ocasiones, se innova por el hecho simple hecho de demostrar que soy un educador "moderno" y eso es narcisismo educativo. Esa forma de hacer las cosas no ayuda a que recuperemos nuestro prestigio.
Si los arquitectos construyen edificios, los médicos curan enfermedades, los fontaneros reparan tuberías, los jueces se encargan de aplicar las leyes... confiemos en docentes y pedagogos para que enseñen.
Bien dicho, Salvador. Nuestro trabajo ya es duro per se, sobre todo cuando buscas cambiar las cosas, que aólo nos falta tener que justificarnos.
ResponderEliminarEntiendo que son sus hijos/nietos/sobrinos los que reciben esa educación y quieren lo mejor. Hasta ahí acepto críticas, siempre que sean constructivas.
Pero los políticos o "especialistas" modernillos de turno me sacan de quicio: cuestionan por cuestionar, sin fundamento, por puro famoseo o pseudoprestigio social.
Ojalá se dieran cuenta que nos es más necesario una formación de calidad para afrontar estos nuevos retos del cambio. Ojalá se dieran cuenta que fomentándola y subvencionándola, tendríamos la edicación que queremos.
¡Un saludo!
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ResponderEliminarMe ha encantado Salvador. Enhorabuena👏
ResponderEliminarSi se le diera la oportunidad tanto a los alumnos como a los padres de evaluar al profesorado se podrían sacar algunas conclusiones interesantes.
ResponderEliminarEs que la sociedad no es la de hace unos años, ahora hay muchos padres con titulaciones superiores incluso a los de los profesores y claro yo no juzgo a nadie, pero te encuentras a cada uno, que esa misma clase podría darla mi padre un simple albañil, pero con más carisma que algunos profesores. Su única función es dejarse llevar por una editorial, dar la chapa en clase, deberes para casa y exámenes. Por lo menos antiguamente profesores míos hacían sus propios materiales, pero hoy en día el 70% si no es más se acogen al librito de 15 temas, 5 por trimestre, todo masticadito
ResponderEliminarCon todo respeto, pero qué manía tienen algunos de mentar la lista de los reyes godos. Me gustaría que se instaurase la obligación de aprenderla solo para fastidiar. Es broma, pero van a tener ustedes que cambiar el tópico, porque se van a morir de viejos en los próximos años los últimos estudiantes de esa traumática (para algunos) lista. Pero vayamos a lo importante, más allá de ejemplos anecdóticos: ¿Por qué aprender conceptos, conocimientos, etc, mediante exposición didáctica tradicional va a ser una recepción pasiva? Todo lo contrario. Y más importante, ¿Por qué ese empeño de oponer como blanco/negro distintas metodologías?, ¿Es que no hay gris? Y más hablando de un saber con aspectos especulativos, axiológicos, o como se quiera llamar, como es la pedagogía?
ResponderEliminarEse profesor que según usted sigue un libro de texto y lo tiene todo masticadito, atiende a 30 alumnos de 13 años, por ejemplo, cada uno de su padre y de su madre, con distintos intereses o ninguno, con distinta educación en casa. Sí, les manda deberes, que después hay que corregir, les explica eso que viene en el libro "tan masticadito", intenta que tengan gusto por la lectura, interviene en grandes conflictos entre sus alumnos, procura que, en estos nuevos tiempos, utilicen diversas formas de informarse, etc, y además tiene que llevar el control de faltas de asistencia, y hacer un informe, detectar alumnos con necesidades especiales y atender esa diversidad, y hacer un informe, acudir a reuniones de evaluación, equipos docentes, con el orientador, tutorías de padres, de alumnos, o puede ser que lleve el control de la biblioteca escolar, o de la convivencia del centro...
EliminarPor favor, esta profesión es muy bonita, pero muy difícil, no simplifiquemos tanto, ayuden a los profesores de sus hijos, porque ellos serán los más beneficiados. Creo que se me ha notado que soy profesora, mi nombre es Mª Ángeles, maestra en un instituto, 30 años con alumnos de 12 a 15 años. Un saludo.
Muy buena reflexión
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo Salvador. No solo creo que la gente piensa que sabe de Educación porque ha ido a la escuela, sino que a veces me parece que las personas que tienen hijos ya se cuelgan esa medalla y yo, educadora en ciernes, tengo que callar porque todavía no los tengo.
ResponderEliminarMi amiga Dolores es azafata de tierra. Cada vez que se cancela o desvía un avión atiende de 180 a 360 personas cabreadas, de distintas edades, cada una de su padre y de su madre, cada una con su problema derivado de la incidencia, a las que no puede decirles mi empresa no me forma, no hay recursos, han recortado personal. A mi amiga Dolores le encantaría que desaparecieran los móviles con esos mensajes que hacen llegar la información al pasajero antes que a ella misma pero sabe que no es posible. No hay tantas personas que se hayan formado como azafata pero sin embargo todo el mundo opina, sabe y cree conocer el mundo aeronáutico porque ha volado dos veces a Mallorca. Dolores no se resigna. No busca excusas. Sencillamente se presenta impecable ante sus 180 pasajeros cabreados y a pecho descubierto, arriesgando su físico y su puesto de trabajo en muchas ocasiones, atiende con una sonrisa a cada individuo intentando dar solución a sus necesidades. De momento no le han concedido el estatus de autoridad y ya ha saludo escoltada en alguna ocasión. Pero como ella dice es mi trabajo y me pagan por ello: era consciente cuando lo acepté, el día que no pueda hacerlo, cambiaré de trabajo y me ire a hacer iglús al polo norte. Muy sabia mi amiga Dolores.
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