Pero resulta que las primeras reticencias a los resultados de este estudio vinieron de buena parte del equipo docente. Tener que cambiar su rutina, su forma de enseñar significaba hacerles salir de su zona de confort, por lo que se produjo un primer momento de rechazo a los nuevos planteamientos. Con no poco esfuerzo y una buena dosis de liderazgo por parte del equipo directivo se vencieron (al menos aparentemente) las muestras de resistencia la cambio.
Lo realmente destacable sucedió cuando convocaron a las familias de los alumnos para explicarles las conclusiones del estudio y cómo eso incidiría en la educación de sus hijos. Me explicó mi amigo que se produjo una verdadera sublevación, en la que buena parte de los padres pidieron que "se dejaran de inventos" que lo que necesitan sus hijos es memorizar lo que se enseña en las clases para obtener buenas notas, que en el fondo es lo único que importa. ¡Cuánta pedagogía nos queda por hacer para explicar las bondades y ventajas del nuevo paradigma educativo!
Foto de Martha Silva (Flickr) de un cuadro de Luis Fernando Guevara. |
En otras palabras, se lo damos todo hecho. Como padres, les sobreprotegemos hasta casi anular su personalidad. Como explica Noelia López-Cheda (@NoeliaLCheda) en No seas la agenda de tus hijos, llegamos al punto de hacerles las tareas escolares para que saquen buenas notas o de ir a revisar un examen con el profesor de la universidad (¡Me cuesta creer que sucedan cosas así!).
Como docentes, nos empeñamos en darles el aprendizaje en lugar de facilitárselo; les decimos qué tiene que saber y cómo deben saberlo, en lugar de plantearles retos y aprovechar su capacidad de asombro para que construyan su propio aprendizaje, que duden, que cuestionen, que busquen soluciones.
Pero así no les hacemos ningún favor, eso es educarles en una gran mentira, es proporcionarles una idea falsa sobre lo que se van a encontrar a lo largo de su vida, es privarles de las herramientas y las destrezas necesarias para tener éxito en la vida.
Pretender que nuestros hijos y alumnos estudien exclusivamente de manera memorística para sacar buenas notas en los exámenes, es darles "pan para hoy y hambre para mañana". No permitir que nuestros hijos y alumnos aprendan de sus errores, es privarles de la capacidad de adaptarse a un mundo de incertidumbre. No dejarles que se equivoquen, es impedirles que aprendan a levantarse cuando se han caído. ¿De verdad que esa es la educación que queremos para nuestros hijos y alumnos?
Efectivamente esa realidad está muy generalizada. Menos mal que aún existen docentes cuyas prácticas van por otros caminos. Padres y madres quizás menos. La educación sigue sigue siendo el gran fracaso social. Tan sólo algunas voces como la tuya y la que se oye en algunas aulas privilegiadas se mantienen en lucha. Muy triste, pero muy real.
ResponderEliminarGracias por tu reflexión, Salvador que, como siempre, es la voz del inconformismo, la lluvia que quiere barrer la contaminación educativa existente...
Es la realidad de la educación. Cuesta cambiar, cuesta salir de la zona de confort. Y si eres diferente te señalan y te miran como el bicho raro, como el "entendido". La mayoría desconoce que donde se aprende, es precisamente, fuera de la zona de confort. En algún libro leí alguna vez una frase excelente entre dos maestros, uno con muchos años de experiencia y otro novel con ganas de probar cosas nuevas: - ¿Cuántos años tienes de experiencia? - Tengo 30 años de experiencia - Perdona, tienes un año de experiencia y 29 haciendo lo mismo.
ResponderEliminarGracias pro tus reflexiones Salvador. Un fuerte abrazo crack.
Muy acertada la frase. Un profesor la comentó en la universidad y desde entonces la uso mucho, ya que, desgraciadamente, se produce día a día.
EliminarEs curioso que nadie recuerde que hemos memorizado mucho y olvidado mucho...
ResponderEliminarUn saludo
Para una madre primeriza como lo soy yo este artículo nos viene de maravilla a muchas madres para seguir aprendiendo procedimientos de como educar a los hijos, gracias por compartir
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