Vivimos en un mundo extraño. Un mundo que, como afirmaba Javier Marías en una entrevista, está cada vez más imbécil, un mundo antipático que coarta las libertades. Lo sabemos, pero no hacemos nada para cambiarlo. Ya es hora de que pongamos remedio.
La mayoría
de las personas que han revolucionado nuestro mundo con ideas,
descubrimientos, avances tecnológicos..., en un momento determinado
de su vida, decidieron salir del camino y buscar nuevos horizontes.
Seguramente,
algunos de los que optaron por explorar otras vías no tuvieron éxito
y acabaron perdidos. Pero con una educación que incite el
pensamiento crítico, el pensamiento divergente, el espíritu
emprendedor, el trabajo en colaboración, el dominio de las
emociones, los valores que nos definen como seres humanos... todos
tendremos más oportunidades de salir del sendero que nos han marcado
para descubrir algo nuevo, para aportar alguna cosa que haga el mundo
un poco mejor, sin perdernos en el intento.
En realidad,
al contrario de lo que demasiados educadores creen, educar no
consiste en mostrar el camino a seguir, sino en enseñar a utilizar
distintas herramientas para no perderse nunca por ningún camino.
Preparara nuestros hijos y alumnos en el manejo de la brújula para
saber dónde está el Norte, enseñarles a leer e interpretar los
mapas, a seguir pistas, a identificar huellas, es dotarles de las
herramientas necesarias para explorar autónomamente el mundo.
Si empleamos
palabras del ámbito educativo, nuestra labor consiste en seguir
estas 5 pistas:
1. Enseñarles
a ser autónomos.
2. Formarles
para que sean capaces de aprender a aprender.
3. Ayudarles
a que sepan buscar información y valorarla.
4.
Prepararles para que sean capaces de comunicar, oralmente y por
escrito, sus ideas y opiniones con eficacia.
5. Educarles
para que identifiquen y controlen sus estados emocionales, para que
sean empáticos.
Cuando vamos
de excursión a la montaña, seguir el sendero señalado es una
opción segura, previsible e incluso recomendable si no tenemos
experiencia ni formación ni estamos bien equipados para explorar...
Pero los caminos señalados también pueden conducir a un callejón
sin salida.
Además, si todos seguimos el mismo camino, nunca
descubriremos nada nuevo. Con los conocimientos adecuados en
orientación, sabiendo manejar la brújula, llevando buen material,
etc., salir del camino marcado es una opción emocionante, creativa,
enriquecedora... es la manera de llegar allí donde nunca ha llegado
nadie.
Lo mismo
sucede con la educación de nuestros hijos y alumnos. Podemos
conducirlos por sendas marcadas, pero si queremos prepararlos para
tener éxito en este mundo antipático, debemos prepararlos para que
sean capaces de explorar nuevos caminos.