Aquella noche estaba especialmente
cansado. Estaba leyendo el último libro de Ken Robinson y me quedé
dormido encima de él. Fue entonces cuando, de repente, noté una
presencia... era el mismísimo Ken Robinson. Con semblante serio y
un castellano sin acento británico me anunció que esa noche me
visitarían tres espíritus: el fantasma de la educación del pasado,
el fantasma de la educación del presente y el fantasma de la
educación del futuro. Y dicho eso, sin darme a tiempo a que le
pudiera decir lo mucho que admiro su visión de la educación,
desapareció sin decir ni pío.
Me desperté con la marca del libro en
mi mejilla y me fui a la cama con la certeza de haber tenido un
extraño sueño. Me dormí casi al instante, como se duermen los
niños que han estado todo el día corriendo sin parar. Pero, de
pronto, noté que había alguien a mi lado. Me desperté sobresaltado
y vi a un señor vestido con un traje oscuro y una corbata negra...
en realidad, todo él era en blanco y negro.
-¿Quién es usted y qué hace en mi
cama? -le pregunté.
-Soy el fantasma de la educación del
pasado. Vengo para llevarte a una escuela de 1960.
Y dicho esto, aparecimos en una escuela
donde había una maestra sentada en una mesa que estaba encima de una
tarima. Los niños y las niñas estaban sentados de dos en dos en
pupitres clavados en el suelo. Justo detrás de la mesa de la
profesora había una pizarra con el día y la fecha escritos la parte
superior con una caligrafía casi perfecta. En el aula había un
silencio sepulcral solo roto cuando la profesora hablaba con voz alta
y clara y dictaba a sus alumnos la lección del día.
Estuvimos en silencio viendo cómo se
desarrollaba la clase... Me desperté de golpe con el pulso acelerado.
“¡Qué sueño más extraño!” pensé. Pero, los sueños sueños
son... me di la vuelta e intenté volverme a dormir. Y lo conseguí.
No sé cuanto tiempo llevaba dormido
cuando noté que alguien me tocaba el hombro y me decía que
despertara. Abrí los ojos y me encontré delante de mi cama a
alguien que se parecía mucho, muchísimo, a la directora de mi
escuela.
-¿Quién eres? ¿Cómo has entrado en
mi casa? -le pregunté un poco molesto.
-Soy el fantasma de la educación del
presente. Vengo para mostrarte lo que haces en clase.
Y dicho esto, aparecimos en mi clase.
Yo estaba hablando a mis alumnos sentado en el filo de una mesa que
estaba frente a ellos. Los pupitres no estaban clavados en el suelo
pero la disposición de la clase tenía forma de auditorio. Detrás
de mí estaba mi PDI, pero estaba apagada. Los niños y las niñas
estaban escuchando, con más voluntad que atención, mi explicación
de qué ventajas tiene la tecnología en nuestra vida diaria.
-No te parece extraño... a parte de la
pizarra y de los carteles que hay en las paredes del aula, todo se
parece demasiado al aula que has visitado con el fantasma del
pasado... ¿no es verdad?
Sin tener tiempo para responder me
desperté empapado en sudor. “Yo no creo que mis clases sean así...
pero ¡si leo los libros de Robinson!”. Pero como había sido un
sueño, aunque con una extraña sensación de intranquilidad, volví
a quedarme dormido.
No había pasado demasiado tiempo
cuando un hombre vestido de manera extraña, con ropa digna de un
astronauta, me tiró de la cama de un empujón.
-¿Qué pasa? ¿Quién o qué eres tú?
-le pregunté indignado.
-Soy el fantasma de la educación del
futuro...
Y de repente aparecimos en un aula de
una escuela muy parecida a las que había visitado con los otros
fantasmas aunque con más aparatos tecnológicos. Los niños y las
niñas estaban sentados en mesas que tenían pantallas táctiles
incorporadas, no había cuadernos ni libros de papel. Pero la
profesora estaba delante de ellos y les explicaba no sé exactamente
qué sobre los viajes en el tiempo y la física cuántica, mientras
ellos escuchaban en silencio.
-Te lo advierto -me dijo el fantasma
del futuro-. O empiezas a educar a tus alumnos como debes hacerlo,
como lees en los libros de Robinson: les dejas participar, ser
creativos, colaborar entre ellos, cambias la disposición del aula,
les planteas retos, les enseñas a hacer preguntas... o todo va a
seguir como siempre para siempre. ¿Eso es lo que quieres?
Sonó mi despertador. Era la hora de
levantarme para ir al colegio. No sé si los tres fantasmas me habían
visitado o tan solo había sido un sueño... pero solo llegar a clase
puse las mesa de los alumnos una en frente de la otra y cuando
entraron mis alumnos en clase les pedí que me dijeran qué les gustaría hacer y
les di las pautas para que lo hicieran. Desde ese día he cambiado mi
manera de enseñar, soy lo que llaman un maestro innovador. No quiero
que por mi causa la educación no se transforme y cambie para
adaptarse a los nuevos tiempos. Creo que lo he conseguido y que Ken
Robinson estará orgulloso de mi.
Yo no he leído libros de Ken Robinson pero he visto varios vídeos en TED y he colgado uno en la web del instituto para estímulo de los profesores. Sí, hay un cambio interesante y fundamental entre la enseñanza del pasado y la experimental e innovadora. Y la diferencia esencial es que cada alumno recupera su derecho a ser diferente. Se convierten en interesantes y sus mundos son un campo de juego importante para el profesor. En la enseñanza convencional son putos alumnos de los que suelen interesar solo los buenos a los profesores. Son una masa a la que hay que insuflar conocimientos considerados importantes por los profesores y medirlos con arreglo a notas. La clase es aburrida y no tiene dinamismo. No hay vida. El profesor enseña y los alumnos se supone que aprenden en su papel pasivo total. En las clases al estilo Robinson, los alumnos se convierten en sujetos activos y el profesor estimula, promueve, enriquece pero contando con la creatividad de los alumnos. Robinson dice que la escuela la mata y es cierto. Pero aún es posible darle salida. Haces muy bien. Y además las clases entonces son apasionantes. Fíjate que mañana tengo fiesta porque es la patrona de Barcelona y siento esta parada porque me gustaría darles clase. Me lo paso bomba e intuyo que ellos también. El profesor debe disfrutar y los alumnos experimentar esa emoción que se expande. En la clase convencional no hay alegría dinámica, solo orden y petición de atención y silencio para atender lo que el profesor explica. Oigo a mi hija explicarme lo que hacen sus profesores en primero de bachillerato y me parece demencial. Ahí la tienes memorizando y aburriéndose en clase de lengua y filosofía. Materias que deberían ser apasionantes. Yo doy literatura en segundo de bachillerato y las clases a mí y a mis alumnos se nos pasan en un vuelo. Y sé que ellos disfrutan y que me ven disfrutar. Y ya no te digo en mi Flipped Classroom en tercero de ESO. Caña.
ResponderEliminarHOla. tus alumnos tienen suerte de tener un maestro innovador. Me gustó el relato de tus suelos porque mientra te leía estaba visualizando que la enseñanza sigue anclada en el pasado. Evoluciona muy poco y aunque se incluyan algunos aparatos tecnológicos al final es siempre la estructura que uno habla y los demás intentan escuchar.... Felicidades por apostar por el cambio y por una escuela que educa , que enseña a pensar, a ser crítico, a ser competente, a ser creativo, a ser innovador, a valorar a los demás y a uno mismo. Esta es la escuela que tu ya estás construyendo. Seguimos en contacto
ResponderEliminarHoy, como hago una vez por semana me quedé con los alumnos que deseaban participar en el recreo para ver un video. Esta vez fue sobre Ken Robinson y seguidamente les leí su artículo. Les encantó.
ResponderEliminarhttps://www.dropbox.com/s/uzzm44al30kv1ae/20150924_105848.jpg?dl=0
Muchas gracias.
Juan Francisco.
Colegio Hispano Inglés
Santa Cruz de Tenerife.
Simplemente maravilloso! Tus alumnos tienen suerte de tener voz y voto en clase, cosa que muchos anulan en las suyas.
ResponderEliminarMuchas gracias por esta reflexión, cuanta razón hay en ella. Un saludo.
ResponderEliminarUna vez más totalmente de acuerdo con lo que escribes y cómo lo escribes. Me identifico totalmente con el relato, yo también me considero una maestra innovadora que acompaña y guía a sus alumnos en su aprendizaje, pero que miedo me da no estar a la altura y no saber contagiar esto a tantos docentes que creen, que con una PDI al lado de la pizarra clásica ya están innovando. Seguiremos trabajando y educando a nuestros alumnos, mi esperanza es que ellos son los maestros del futuro, por eso no dejo de sembrar.
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo, Carmen.
Estoy de acuerdo contigo en que la escuela del futuro serà aquella que vamos gestando día a día. Sin embargo, considero imprescindible què modelo de educación queremos, qué concepto de sociedad que remos forjar a través de la educación y de la política educativa.
ResponderEliminarEstoy segura en que coincidimos que, además de las voluntades individuales, es imprescindible la voluntad política…
¿Cómo queremos educar? ¿Por qué y para qué? ¿Que modelo de ciudadano y ciudadana està en nuestra mente? ¿Hacia qué modelo de sociedad queremos evolucionar?
Es verdad que las nuevas tecnologías están ahí y han de incorporarse, pero tú sabes que la escuela puede ser igualmente conservadora innovando en tecnología.
¡Cuanto me gustaría hablar de estas cosas contigo!
¡Ah! Tienes alma de narrador!
De narrador a narrador, el cuento me parece simple, pero no por ello carente de atractivo; despierta rápidamente el interés en el lector, y termina dejando un agradable "sabor de boca". Por lo demás, me parece una idea muy acertada. Como crítica constructiva, creo que le podrías haber sacado muchísimo más jugo, no obstante. Le envío el link a todos los profes del Centro que dirijo. ¡Muchas gracias!
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