"Los estudios realizados sobre el aprendizaje muestran que los alumnos entienden y retienen mucho más lo que aprenden cuando han estudiado y aplicado dicho conocimiento en un contexto práctico." Tony Wagner
Muchos son los que creen aún que el silencio es la voz de los alumnos, demasiados los que están convencidos de que solo se puede aprender en un ambiente monacal de silencio, quietud y recogimiento; y que "hincar los codos" es la única forma de estudiar. Esta situación resulta sorprendente ya que, según las investigaciones más recientes en neuroeducación y psicología cognitiva y del aprendizaje, no se aprende así.
En Aprender a aprender, Benedict Carey cuestiona, con el apoyo de numerosas investigaciones, algunos de los mitos sobre la mejor manera de aprender. Para Carey, entre otras cosas, a la hora de aprender hay que huir de la rutina y se obtiene mejor rendimiento cuando se varía los lugares donde se estudia o se practica. También dice Carey que hay algo más importante que cuánto tiempo se estudie, y es cómo distribuir ese tiempo.
El aprendizaje siempre requiere de un esfuerzo por parte del estudiante, pero debemos dejar de hablar de "hincar codos" como sinónimo de ese esfuerzo y sacrificio... hay mejores y más efectivas maneras de aprender. En ocasiones, damos por válidas maneras de hacer las cosas sin plantearnos su eficacia. Por ejemplo, muchos alumnos estudian exclusivamente leyendo un libro o unos apuntes sin tener en cuenta que, según Goleman, la mente de un lector, generalmente, divaga entre el 20 y el 40% del tiempo que se dedica a la lectura.
Además existe la creencia de que para que el aprendizaje sea efectivo debe de ser un acto individual y solitario. Esta creencia tiene un efecto muy negativo en la educación. Lo cierto es que juntos, colectiva y colaborativamente, aprendemos más y mejor. Aprender juntos significa que docentes y alumnos mantienen una relación activa y bidireccional, que la cooperación y el trabajo entre iguales ocupa buena parte del tiempo de clase. Aprender juntos implica:
- Que los docentes deben escuchar más y hablar menos. Por tanto, los alumnos deben tener voz en las aulas para expresarse, para compartir ideas, para crear, para opinar...
- Dialogar para llegar a acuerdos en lugar de imponer la obediencia ciega.
- Proponer, dar opciones y fomentar la participación activa y responsable.
- Compartir en vez de competir.
La
educación que motiva a los alumnos es aquella que les ayuda a provocar
cambios. Educar no es decir al otro lo que "debe" hacer, sino lo que
"puede" hacer. Todo educador debe conocer cuál es el interés y el
talento de sus alumnos y trabajar para que estos se conviertan en su
elemento (como lo denomina Ken Robinson). La
educación no debe crear barreras sino abrir caminos de oportunidades.
Cuantos más abra, mejor... más posibilidades de tomar el mejor camino
para llegar a nuestro objetivo.
Si alguien piensa que esta forma de aprender es menos exigente y requiere de menos esfuerzo por parte de los alumnos para alcanzar el aprendizaje, en mi opinión, está muy equivocado. Además, si seguimos entendiendo la educación como "hincar codos", la escuela acabará multiplicándose por cero... y perderá todo sentido como institución útil para la sociedad y las personas.
LA BUENA EDUCACIÓN, SIMPLEMENTE, DEBE SER VERDAD
Hace 2 semanas
Me parece un artículo estupendo. ¡Ojalá los alumnos pudieran tener más voz en las aulas!
ResponderEliminar