En la naturaleza, cuando estás en
un acantilado y gritas tu nombre a pleno pulmón, recibir la respuesta del eco
es una experiencia increíble. De hecho, difícilmente puedes resistirte a gritar
todo lo que se te ocurre para escuchar la respuesta lejana y repetitiva de tu
propia voz.
Pero si
sucede lo mismo en el aula de una escuela, el efecto es justo todo lo
contrario, es síntoma de una mala praxis educativa. Cuando un docente habla y
lo único que escucha son sus propias palabras pero con la voz de sus alumnos,
es una experiencia decepcionante.
Cuando un
"alumno/eco" se limita a repetir las palabras, las ideas y las
experiencias de otros... ¡algo estamos haciendo mal! Cuando un alumno recibe
lecciones y solo le pedimos que sea capaz de recitarlas, estamos incumpliendo
con nuestra obligación como educadores. En nuestras aulas, lo único que se
debería recitar de memoria es poesía. Las lecciones ya no se dan, el
aprendizaje necesita ser vivenciado, precisa de experimentación, análisis, colaboración, creatividad...
Al igual
que el sonido del eco va apagándose poco a poco, lo mismo sucede con el
aprendizaje de los "alumno/eco". Con el paso del tiempo, aquello que
han memorizado sin ningún tipo de compresión ni significatividad, se va
olvidando hasta borrarse del todo sin dejar el más mínimo rastro.
Ese tipo
aprendizaje, que María Acaso llama "bulímico", es el síntoma más
evidente de una escuela caduca e ineficaz, pues no cumple con su función
principal que es la de formar personas con espíritu crítico que puedan
participar activamente en la mejora de nuestra sociedad. Pedir a los alumnos
que memoricen y evaluarlos en función de su capacidad de recordar y transmitir
aquello que se les ha dicho, es un claro ejemplo de lo lejos que está la
escuela del mundo actual.
Debemos
dejar de formar "alumnos/eco" para empezar a formar
"alumnos" (sin ninguna etiqueta) que sean capaces de buscar distintas
soluciones a problemas, que sepan adaptarse a las nuevas situaciones, que
puedan trabajar colaborativamente para crear contenidos. En definitiva, nuestra
labor es dotar a estos alumnos de las herramientas, las destrezas y las
capacidades para aprender a lo largo de toda su vida.
Nuevamente me quito el sombrero. Estoy más que segura que en las aulas hay muchos profes con estas ganas! Por favor "salmones", salgan río arriba contracorriente y enseñen lo que vuestra naturaleza les ha dado, sean ustedes mismos y brinden a esos alumnos las experiencias y herramientas que sabéis dar. Mientras tanto, nosotros los padres, intentemos contrapesar las maneras del cole, si es que hay salmones que nos gusten, y busquemos maneras lúdicas de fomentar esa manera de educar donde la experimentación, la observación, las emociones y los valores formen parte del proceso sin que el niño lo vea como lección a memorizar.
ResponderEliminarLa mejor manera que tiene el niño para aprender es mediante el juego. Mira si habrá posibilidades para darle la vuelta a lo que queramos enseñar!
Un abrazo! Y como siempre, un gusto leerte!
El juego es un elemento fundamental en el aprendizaje ya sea en la escuela o en casa. Gracias por el comentario
EliminarAnécdota: a un niño de cinco años le sangra la rodilla, su abuela le consuela y él le dice "tranquila , tengo cinco litros".Esto ocurrió después de investigar y comprobar por medio de garrafas y botellas cuanto ocupaban cinco litros de sangre. Cuando los niños investigan y experimentan son capaces de aplicar los conocimientos a la vida diaria.
ResponderEliminarGracias Ángeles por compartir esta anécdota tan significativa. Saludos
EliminarUna excelente reflexión Salvador, como siempre ;)
ResponderEliminarBIEN CIERTO, nos cuesta tanto pedir a nuestros estudiantes que sean originales y diferentes a nosotros
ResponderEliminarPues quitando horas de tecnologías, música y educación artística, más eco vamos a encontrar en las aulas de secundaria ��
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