"La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte." Immanuel Kant
La impaciencia es, quizás, la característica más significativa que define la sociedad en la que vivimos. "Rápido", "de prisa", "inmediato", "ahora"... son expresiones cotidianas en los tiempos que corren (o vuelan). Todo se basa en "aquí y ahora"; ya no hacemos planes a largo plazo. Y, por supuesto, esto también ocurre en la educación.
Hoy la educación es impaciente. De hecho, este post podría haberse titulado también Pedagogía del tuit, por nuestra tendencia a condensarlo todo, a expresar nuestras ideas en 140 caracteres. La educación actual es multitarea y, como diría Nicholas Carr, algo superficial. Pero eso no es a causa de internet, ni de las tecnologías de la información, es consecuencia de la actitud de las personas que nos dedicamos a la educación ante nuestra tarea diaria.
Queremos enseñar tan deprisa que incluso tenemos la tendencia, algo absurda, de utilizar acrónimos y abreviaturas para referirnos a conceptos pedagógicos e instituciones educativas: MOOC, PLE, ESO, IES, CEIP, LOMCE, PISA, UNED, TIC... se convierten en expresiones habituales en nuestro lenguaje educativo cotidiano.
Muchas veces caemos en la impaciencia por tener que enseñar a nuestros alumnos todo lo que se establece en los (inabarcables) currículos según marca la legislación educativa, otras veces por la presión de las evaluaciones externas, otras por la exigencia de la dirección de nuestro centro que pide resultados...
La impaciencia en educación solo puede generar desencanto, frustración, agresividad, depresión. Necesitamos una educación que deje de lado lo inmediato para centrarse en el incierto futuro que se encontrarán nuestros alumnos. Educar significa dotar de las herramientas (competencias, destrezas, habilidades) necesarias para saber afrontar lo desconocido, para saber adaptarse a situaciones cambiantes. Los objetivos de la educación deben ser la búsqueda permanente, desaprender, olvidar, crear, reconsiderar, innovar y eso es un proceso de largo recorrido.
Resilencia, tolerancia a la frustración son conceptos clave en la educación actual. En palabras de Pablo Neruda:
"Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano."
La impaciencia es, quizás, la característica más significativa que define la sociedad en la que vivimos. "Rápido", "de prisa", "inmediato", "ahora"... son expresiones cotidianas en los tiempos que corren (o vuelan). Todo se basa en "aquí y ahora"; ya no hacemos planes a largo plazo. Y, por supuesto, esto también ocurre en la educación.
Hoy la educación es impaciente. De hecho, este post podría haberse titulado también Pedagogía del tuit, por nuestra tendencia a condensarlo todo, a expresar nuestras ideas en 140 caracteres. La educación actual es multitarea y, como diría Nicholas Carr, algo superficial. Pero eso no es a causa de internet, ni de las tecnologías de la información, es consecuencia de la actitud de las personas que nos dedicamos a la educación ante nuestra tarea diaria.
Queremos enseñar tan deprisa que incluso tenemos la tendencia, algo absurda, de utilizar acrónimos y abreviaturas para referirnos a conceptos pedagógicos e instituciones educativas: MOOC, PLE, ESO, IES, CEIP, LOMCE, PISA, UNED, TIC... se convierten en expresiones habituales en nuestro lenguaje educativo cotidiano.
Muchas veces caemos en la impaciencia por tener que enseñar a nuestros alumnos todo lo que se establece en los (inabarcables) currículos según marca la legislación educativa, otras veces por la presión de las evaluaciones externas, otras por la exigencia de la dirección de nuestro centro que pide resultados...
La impaciencia en educación solo puede generar desencanto, frustración, agresividad, depresión. Necesitamos una educación que deje de lado lo inmediato para centrarse en el incierto futuro que se encontrarán nuestros alumnos. Educar significa dotar de las herramientas (competencias, destrezas, habilidades) necesarias para saber afrontar lo desconocido, para saber adaptarse a situaciones cambiantes. Los objetivos de la educación deben ser la búsqueda permanente, desaprender, olvidar, crear, reconsiderar, innovar y eso es un proceso de largo recorrido.
Resilencia, tolerancia a la frustración son conceptos clave en la educación actual. En palabras de Pablo Neruda:
"Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano."