Somos muy injustos con la escuela

lunes, 28 de abril de 2014
A algunas de las personas más geniales y creativas que conozco no les fue bien en el colegio. Muchas de ellas no descubrieron lo que podían llegar a hacer -y quiénes eran en realidad- hasta que dejaron el colegio y superaron la educación que habían recibido.” Ken Robinson: El Elemento (pág. 28)

Es cierto que, como afirma Ken Robinson, muchas personas no han visto potenciados sus talentos en la escuela. Pero no es menos cierto que otras muchas sí que han podido hacerlo. Todos conocemos personas geniales, creativas y entusiastas que gozaron de éxito escolar y encontraron en esta institución la motivación necesaria para desarrollar plenamente su talento.

Asimismo, todos conocemos personas a las que la escuela ha permitido desarrollar sus capacidades a pesar de su falta de recursos económicos y de la falta de oportunidades que ello conlleva, cumpliendo así con su función de ascensor social (esa función que tanto parece molestar a ciertos políticos).

¡Somos muy injustos con la escuela! Se le acusa de no dar una respuesta adecuada a las necesidades de las personas, en particular, y de la sociedad, en general. Pero, ¿cómo sería nuestro mundo sin escuelas? Es más, ¿qué sería de mí sin escuela? Prefiero no pensar demasiado en esto último...

Tenemos la obligación de reconocer el papel de la escuela en nuestra sociedad, más allá de la crítica fácil y las frases impactantes, del tipo La escuela mata la creatividad y similares. Reconociendo su valor y su importancia es cuando estamos plenamente avalados para exigir su mejora.

Si un docente estudió magisterio porque era una carrera “fácil” o porque no pudo cursar los estudios que en realidad quería y eligió esta profesión para vivir cómodo, para tener un trabajo estable que no le diera muchos dolores de cabeza... ¡qué equivocado estaba!, porque dedicarse a la educación supone justo lo contrario.

El estado natural de la institución escolar y de la comunidad educativa debería ser la búsqueda continua de nuevas formas de enseñar: aprendiendo de la experiencia, de los nuevos conocimientos (pedagogías emergentes), de la tecnología propia de cada época, etc. La escuela debe huir de la rigidez y el inmovilismo.

La escuela y los sistemas educativos actuales están envejeciendo mal. Se resisten a dejar paso a las nuevas generaciones, a las nuevas metodologías, a los nuevos tiempos. Los sistemas educativos responden a una escuela de números y letras, a una escuela de memorización y recitación, que, en los tiempos presentes, carece de sentido.

Para que la escuela sea inclusiva y no excluyente necesita de la capacidad de adaptarse rápidamente a las nuevas necesidades y perder de manera definitiva el miedo al cambio. Necesita enseñar cosas útiles para la vida.

Porque creemos en la escuela y porque la queremos... necesitamos que no deje nunca de transformarse. Y esa es nuestra labor.

Un libro, un niño que lee... la educación

martes, 22 de abril de 2014
Mañana, día 23 de abril, se celebra en mi ciudad una de las fiestas más bonitas que uno puede vivir. Las calles se llenan de rosas y, lo que resulta más sorprendente, se engalanan con libros de todos los colores, olores y sabores... porque los libros son para vivirlos con todos nuestros sentidos.

Dicen que se celebra el Día del libro, pero yo no estoy del todo seguro. Los libros deberían celebrarse los 365 días del año porque un libro es una puerta que te permite entrar en otros mundos, en otras vidas, en otras experiencias, en otros yo.

¿Qué es un libro? ¿Cómo son los libros?... me pregunto de vez en cuando. ¿Un libro es de papel? ¿Tiene palabras escritas? ¿Tiene hermosas ilustraciones? ¿Es grande o pequeño? Un libro es como tú quieras que sea, pero sobre todo es un agujero en una pared, un puente hacia el mundo de la fantasía, un espacio de ilusión y una tentación para nuestra curiosidad. Lo que sé seguro es que un libro es un objeto inacabado, solo acaba de coger forma en manos de un lector y, depende de cómo se lea, coge una forma u otra.

Hace un año escribí que no concibo la educación sin libros. Ahora me gustaría añadir que no concibo la educación sin cuentos, sin historias, sin teatro, sin cine, sin arte... Un niño que lee, que vive historias, es un niño que aprende disfrutando y eso, en los tiempos que corren, es todo un lujo. Un niño que lee es un adulto que se va creando, que se va construyendo poco a poco, que va formando su pensamiento, que acabará pensando por sí mismo.

Si nuestros alumnos leen, nuestros alumnos aprenden.

Quiero acabar este post con una frase de uno de los escritores que más me ha enseñado sobre educación, sin hablar de ella... ¿se os ocurre una definición mejor de lo que es educar?

"Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez." Gabriel García Márquez
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Una escuela abierta al mundo: educar buscando a Nemo

lunes, 14 de abril de 2014
Las aulas de nuestras escuelas son peceras... y nuestros alumnos y alumnas, los peces que las habitan. Aunque es verdad que hay muchos tipos de peceras (desde esas pequeñitas que solo pueden contener un pececito de color hasta aquellas que pretenciosamente quieren simular el fondo del océano y tienen plantas, piedras e incluso los restos de algún buque pirata), una pecera siempre limita a los que habitan en ella. Del mismo modo hay múltiples tipos de aulas y estas siempre limitan a los alumnos que estudian en ellas.

El aprendizaje verdadero no puede producirse en una pecera, por muy grande y moderna que esta sea. La educación de un niño se produce en el mar, en las profundidades de los océanos, o lo que es lo mismo, en su casa, en la calle, viendo la televisión, haciendo cualquier deporte, navegando por internet, viajando en transporte público o en el auto familiar, escuchando la radio, jugando a un videojuego...

Un símil que me parece muy oportuno para describir lo que debería ser la educación es la película de Pixar Buscando a Nemo. En ella se muestra que el aprendizaje se produce en el camino de búsqueda de Nemo, en las vivencias, en las experiencias, en el contacto con otros animales con costumbres (culturas distintas), en situaciones reales a las que hay que dar respuestas creativas... Y deja en evidencia que la educación actual fuera una película su título sería Buscando memos.

En la película de Pixar, Marlín es el padre sobreprotector que aprende que para educar a su hijo tiene que dejarle “suelto”. Nemo es el hijo capaz de afrontar los problemas, las situaciones nuevas... capaz de adaptarse a las nuevas necesidades. Y, por último, permitidme la licencia de decir que Dory es el personaje que demuestra que la memoria no es el elemento más importante en la educación de nuestros alumnos sino que lo son los valores, las emociones, los sentimientos, la creatividad, la iniciativa y la autonomía personal...

La escuela, por definición y por tradición, es un espacio cerrado, seguro, controlado y controlable (panóptico); pero para educar de manera significativa debemos abrirla, ir más allá, conectarla con la vida misma, con el mundo, con la sociedad, con las personas... Se dice que para educar a un niño hace falta la tribu entera, pero en realidad deberíamos decir que para educar a un niño debemos dejarlo interactuar con la vida entera.
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La educación líquida: ¿les enseñamos a nadar?

lunes, 7 de abril de 2014
Tras leer un post antiguo de mi blog, un amigo, padre de dos hijos en edad escolar, me preguntó: "¿Qué es eso de la educación líquida? ¿Ahora hay que enseñar a los niños a nadar?"

En un primer momento su pregunta me hizo sonreír, pero luego me di cuenta de que quizás no iba tan desencaminado...

La educación tradicional, la que aún hoy impera en la mayoría de nuestras aulas, lo único que aporta a nuestros alumnos es un flotador para que evitar que se hundan en las profundidades del mar de la educación.

Les proporciona tan solo una tabla de madera que los mantiene a flote (como a los náufragos de las historias de piratas), pero los lleva a la deriva a merced de los vientos y las mareas.

Con este tipo de educación, los futuros ciudadanos de nuestra sociedad no disponen de las herramientas que les deberían permitir adaptarse a los cambios constantes de nuestro mundo.

El nuevo paradigma educativo debe enseñar a nadar nuestros alumnos. Debe enseñarles a hacerlo en distintos estilos (crol, espalda, mariposa, braza) para que puedan nadar contracorriente, para que puedan dirigirse hacia donde ellos quieran y no hacia donde les lleve la corriente.

Esos estilos de natación que debemos enseñar en nuestras escuelas son las competencias clave (o básicas) que les han de permitir aprender a lo largo de la vida, que les han de permitir dirigir sus pasos hacia los objetivos que se propongan.

Mi amigo tenía razón: educar en estos tiempos líquidos es enseñar a nadar en las agitadas aguas de estos tiempos de incertidumbre.
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