A la próxima persona a la que escuche decir
que una mayor inversión en educación no implica un mejor rendimiento... le voy
a soltar un improperio de dimensiones considerable.
El 9 de diciembre de 2013 se pudo leer esta
noticia en El País: El recorte educativo alcanzará en 2014 los 7.300 millones de
euros. En ella se afirma que en España la inversión pública en educación se
ha reducido un 16’7% en cuatro años y que han visto recortados sus presupuestos
todas las administraciones y para todos los niveles educativos.
Ante cifras tan elevadas es imposible afirmar que
los fundamentos básicos de la educación de calidad no se ven afectados. Ya no
solo afecta a los “flecos” o a las cosas que podían estar sobredimensionadas.
La calidad de la educación pública y, por tanto, la educación de los futuros
ciudadanos de este país está en peligro.
Es cierto que en nuestras escuelas hay muchos
docentes tipo McGyver. McGyver era el protagonista de la serie del mismo nombre
de gran éxito en la década de 1980. Este personaje era capaz de inventar o construir
casi cualquier cosa con una navaja suiza multiusos y un chicle. Es cierto que
hay muchos profesores y profesoras capaces de crear clases maravillosas con un
lápiz y un trozo de papel, capaces de motivar sus alumnos con su
profesionalidad y su imaginación.
Pero no es menos cierto que para mejorar la calidad
de la enseñanza habría que triplicar el sueldo de los docentes (como también ha
afirmado en estas fechas Arturo Pérez-Reverte @perezreverte), que es necesaria
una importante inversión económica para equipar a las escuelas de las
tecnologías que permitan que nuestras aulas sean ventanas abiertas al mundo,
que debe ofrecerse a los docentes una formación continua y de calidad, que debe
invertirse en I+D para que las pedagogías emergentes lleguen a todos los
centros educativos…
Es un tópico, lo sé… pero la educación no es un
gasto, es una inversión. No hace falta que nuestros docentes sean como McGyver, pues los problemas a los que se enfrentan cada día nuestros profesores y profesoras son
reales y no ficciones televisivas.
Salvador, con todo el cariño del mundo, me gustaría comentarte lo siguiente: realmente, ¿crees que la educación le interesa a muchos o todos los políticos de la escena "social"? Ya no es cuestión de recortes. Simplemente se prioriza aquello que puede dejar réditos electorales. Pero me pregunto, ¿acaso la educación no generaría grandes compromisos y logros electorales en la clase política si la sociedad percibiese los ecos de unas medidas que atienden las necesidades reales de los nuevas generaciones? No, la educación es, y tiene que ser, ¡inversión, no "mercadeo"! Podemos ser saltimbanquis de la educación, "magos"... ¡McGyver!, pero, ¿quién ha pensado en ese "empujoncito" que también necesita el profesor, por muy creativo, resolutivo o innovador que pueda ser con sólo un papel y un bolígrafo? Sí, hay que invertir, pero también hay que invertir en ilusión, pasión, emoción... y eso, querido Salvador, no nos lo recortará ningún político, porque ya está hipotecado con nuestros mejores "clientes" (perdón por el término...): nuestros queridos alumnos. Sí, nos recortan; nos quitan y reducen recursos y posibilidades, pero no podrán recortar el gran cambio o ¿revolución? que muchos de nosotros queremos para nuestra escuela y que ya estamos consiguiendo, poco a poco, en nuestra actividad diaria. McGyver o no, invirtamos lo mejor de nosotros mismos. Nos duela o no, en términos marxistas, nos tendremos que conformar y resignar con los recortes, pero la revolución de la "clase educativa" es algo imparable... ¿o no?
ResponderEliminarSin duda Agustín. El cambio de paradigma educativo es imparable. Los políticos y sus decisiones interesadas solo pueden frenarlo, pero no pueden pararlo. Un abrazo
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