Aquellos
que conocéis mi blog sabéis que me gusta utilizar metáforas y
explicar lo que pienso sobre la educación y la escuela utilizando un
lenguaje “poético”. Lo hago con la pretensión de emocionar, de
alcanzar esa zona del espíritu humano que traspasa lo racional y
remueve las conciencias.
Pero
todo lo que digo utilizando estos recursos literarios, procuro que
tenga un fundamento sólido, que esté contrastado con las opiniones
de reconocidos expertos, con la experiencia de profesionales que
merecen todo mi respeto y, por qué no, por mi propia experiencia y
reflexión.
Lo
que voy a comentar a continuación pretende alejarse del lenguaje
poético, aunque sí busca alcanzar la zona que remueve las
conciencias. Tampoco tiene una base científica contrastada con
datos estadísticos u opiniones de expertos (aunque alguno aparecerá
por ahí).
La
hipótesis de partida es que las reformas educativas que están
llevando a cabo los gobiernos de los países democráticos y
capitalistas (aquellos en los que lo económico es el motor único de
todas las cosas) no tienen por objeto mejorar el nivel de formación
de los futuros ciudadanos, sino todo lo contrario, pretende
mantenerlos alienados en un estado de semiestupidez (o, como lo
denomina Jean-Claude Michéa en La
escuela de la ignorancia:
el progreso de la ignorancia). Por tanto, los políticos que deberían
representar a los ciudadanos que los han elegido democráticamente,
no defienden sus intereses sino los de aquellos que podemos denominar
de manera genérica como Capital. Si esto no es así, parece
increíble que cada una de las sucesivas reformas educativas que
proponen nuestros gobernantes sea peor que la anterior, y no consigan
dar una respuesta adecuada a las necesidades de nuestros jóvenes. Y
no sirve escudarse en la tan manida crisis económica, no es cuestión
de dinero…
La
sociedad capitalista necesita ciudadanos ignorantes, sin espíritu
crítico, para mantener el estatus de las clases sociales
privilegiadas. En el mundo capitalista, las clases medias han crecido
demasiado y ahora toca ajustar la situación devolviendo a las clases
sociales menos privilegiadas a muchos de aquellos que durante un
tiempo han disfrutado de una pequeña parte de las ventajas de las
clases sociales privilegiadas. Su objetivo último es acabar con el
estado del bienestar.
Esa
es la escuela que “ellos” quieren, que es diametralmente opuesta
a la que “nosotros” queremos. “Nosotros” somos los millones
de personas que nos dedicamos al mundo de la educación, aquellos que
creemos que la educación es la mejor manera de ayudar a las personas
a tener espíritu crítico e impedir que sean manipuladas y
explotadas, aquellos que pensamos que la educación es la herramienta
que permite que la sociedad sea más justa y equitativa.
En
parte, está en nuestras manos impedir que la escuela cree
“ignorantes”, convierta a las personas en sumisas y vaya en
contra de su propia naturaleza, que no es otra que la de crear
individuos críticos y participativos en los procesos que mueven la
sociedad en la que viven. Por supuesto, ser educador no obliga a ser
revolucionario, pero sí que obliga a defender la esencia de la
educación. Por ello, más allá de la pura instrucción, la escuela
debe educar en valores, pues los valores son aquellos que permiten a
las personas identificarse como humanos. Ningún programa
informático, ni ningún MOOC, ni ningún tipo de enseñanza a
distancia podrán sustituir nunca la figura del educador que forma a
personas, que forma en valores.
Debemos
crear una educación que dé respuesta a las necesidades de las
personas y no a las necesidades del sistema.
Completamente de acuerdo: las reformas educativas solo sirven a los propios que las impulsan ya que no cuentan ni con pedagogos, docentes, educadores... que son los expertos en la materia. También comparto que el e-learning que tanto nos estan bombardeando como la panacea, por si solo no puede substituir el acompañamiento que hacen los docentes en el desarrollo de las personas de todas las edades. Rosa Rodríguez Gascons, pedagoga
ResponderEliminarCoincido en gran parte de las ideas centrales. El texto es claro, contundente y apolítico en el sentido vulgar, partidista, de derecha o izquierda. Pero carga sólo contra el capitalismo como sistema, dejando abierta la puerta de la esperanza a su contrario: el comunismo o socialismo.
ResponderEliminarYo aseguro que la situación es mucho peor porque son sistemas totalitarios que adoctrinan sin tapujos como lo hace cualquier secta destructiva, el franquismo, fascismo o nazismo. No le quepa duda. En esos sistemas, el crítico es un disidente y lo encarcelan, lo machacan o lo asesinan. Van más allá de sumisos: lo que se quiere con la educación en el comunismo son zombies, usando la metáfora de moda.
El mal está en la ideología, en el modelo teórico, no en las personas que lo ejecutan. En la socialización se disuelven las personas en aras del colectivo, del sistema. La brillante oración final del texto es incompatible con el ideal comunista-socialista.
Yo era educador en un sistema comunista o socialista. Y soy educador aquí, en España, con sus grandes problemas; insignificantes respecto al sistema donde viví cuarenta y cinco años. Llevo veinte aquí. Por tanto, conozco más o menos bien ambos sistemas.
Creo firmemente que debemos pelear para modificar, corregir, mejorar el sistema que tenemos, para conseguir los objetivos educativos que propone. Una vez más le felicito por sus ideas y sentimientos.
Amigo Nelson, gracias por el comentario. No era mi intención dejar entrever que socialismo o comunismo son opciones mejores que el capitalismo. Mi intención era exclusivamente destacar la necesidad de cambiar una sociedad donde el capital económico es más importante que el capital humano... lo que menos me importa es la etiqueta que le queramos poner. Un saludo
EliminarAmigo y colega Salvador, interpreté tus apalabras tal y como dices, pero quise dejar un contraste para precisar que la alternativa al capitalismo no es el comunismo o el llamado socialismo real. La verdad no se cuál es, ni siquiera si la hay. Sin duda, tus palabras finales definen nuestro punto de vista común, tomando sistema como el ente que pretende disolver a la persona. Da igual, como dices, la etiqueta si atenta contra la persona.
ResponderEliminarEn España aprendí el valor de la diversidad: llegué fóbico a los creyentes, a los homosexuales, a los disidentes (y ya yo era uno de ellos). Es muy largo de contar la distorsión del mundo con la que arribé a este lado del mundo.
Hoy creo que he cambiado aunque me quedan lastres de aquel sistema, que tan bonito parece a los que, criticando al capitalismo con razón, se ilusionan con la Revolución.
El "hombre nuevo", eslogan comunista enarbolado por el sistema, es el hombre uniforme: generoso, sacrificado, ateo, heterosexual, revolucionario, ... El modelo teórico dice que se alcanzará el comunismo social cuando se consiga que todos los miembros de la sociedad se comporten de esta manera homogénea. El camino socialista consiste en Educar a la sociedad hasta alcanzar ese objetivo. Los que no puedan ser educados, tienen que ser eliminados porque son los enemigos del pueblo. Te aseguro que así es la teoría y la práctica, estudiada y vivida en el terreno, desde la perspectiva de un educador del sistema.
Es un lastre que me queda sentir sospechosas (enemigas) las expresiones anticapitalistas, porque todavía soy incapaz de ver la pluralidad de ese punto de vista. Disculpa si te he molestado con mi comentario.
Un saludo,
nelson