“A
decir verdad, el ochenta por ciento de los profesores son sádicos o
incompetentes. O unos sádicos incompetentes. Van acumulando estrés
y luego se desquitan con los alumnos. Hay cientos de pequeñas normas
absurdas. Se crea un sistema que aplasta la personalidad del
individuo y sólo los idiotas sin una pizca de imaginación sacan
buenas notas.” Haruki Murakami:
Baila, baila, baila.
Todos
conocemos la versión clásica del cuento de Los
tres cerditos.
Pero resulta que en la verdadera historia de los tres cerditos hay
muchas cosas que tienen que ver con la educación. Como seguramente
no la conoceréis, os la explicaré con mucho gusto:
Había
una vez una granja donde todos los cerditos se dedicaban al noble
arte de enseñar. Todos enseñaban de la misma manera porque “siempre
se había hecho así”. Un día tres cerditos curiosos, cansados de
hacer siempre lo mismo y después de leer lo que Murakami había
escrito sobre la escuela, decidieron huir de la granja y enseñar por
su cuenta utilizando otros métodos.
Así
que, una noche oscura, hicieron un agujero en la valla que rodeaba la
granja y se marcharon de allí para no volver nunca. Tras unos días
caminando sin rumbo fijo encontraron un precioso lugar donde
establecerse, una comarca repleta de animales a los que enseñar como
ellos querían.
Cada
uno de los tres cerditos decidió abrir una escuela distinta. El
primero de ellos, que era curioso pero de naturaleza poco dada al
esfuerzo y al sacrificio, levantó una escuela de ramas y paja. El
segundo, un poco más dado a esforzarse pero que se distraía con
facilidad, construyó una escuela de madera. Y el tercero, que era el
más dado a la reflexión y al sacrificio, el que valoraba más los
pros y los contras de su manera de enseñar, edificó una escuela con
ladrillos y cemento y unos profundos cimientos.
Los
tres estaban muy contentos porque ya no enseñaban como lo hacían
todos los habitantes de su granja. Pero un día, sin previo aviso,
apareció por allí un terrible lobo hambriento que se dedicaba a
supervisar y a evaluar lo que hacían en las escuelas de esa comarca.
El lobo llegó a la primera escuela, la observó atentamente y le
dijo al primer cerdito:
“Crees
que estás enseñando de manera diferente a como lo hacen los demás,
pero estás equivocado. Tan solo has sustituido unas cosas por otras,
pero les das el mismo uso.” Y el lobo sopló y sopló… y la
escuela de ramas y paja voló por los aires.
Más
tarde, el lobo llegó a la escuela de madera, la observó atentamente
y le dijo al segundo cerdito:
“Has
cambiado algunas cosas, pero tan solo las superficiales. Tus alumnos
no se limitan a memorizar interminables listas de datos, pero siguen
siendo receptores pasivos de contenidos. Les permites hacer algunas
cosas por ellos mismos, pero no les planteas retos que deban resolver
por sí mismos con sus propios recursos.” Y el lobo sopló, sopló
y volvió a soplar… y la escuela de madera se derrumbó.
El
lobo, un poco decepcionado, se dirigió a la escuela de ladrillo y
cemento, la observó atentamente y le dijo al tercer cerdito:
“Tú
sí que has cambiado la manera de enseñar a tus alumnos. Has
entendido sus necesidades y la de los tiempos en los que viven. Has
edificado una escuela con cimientos profundos. Has convertido a tus
alumnos en creadores de contenido, en sujetos activos de su
aprendizaje. Has entendido lo que es el nuevo paradigma educativo.”
Y el lobo sopló, sopló y volvió a soplar hasta quedarse sin
aliento y la escuela permaneció de pie, intacta. El lobo, contento
en el fondo de su ser, se marchó con el rabo entre las piernas.
Los
dos cerditos que se habían quedado sin escuela se dieron cuenta de
su error y levantaron nuevas escuelas de ladrillo y cemento. Las tres
escuelas eran parecidas, pero no iguales: una era verde; otra, roja;
y la tercera, azul. Pero en ellas los tres cerditos enseñaron
felices durante muchos años y sus alumnos aprendieron y se
convirtieron en animales con un gran espíritu crítico y
constructivo. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Una ilustrativa metáfora sobre cambios que solo lo son en apariencia y que los verdaderos cambios en educación, son los que se fundamentan solidamente: los que tienen la bases hechas por los verdaderamente expertos: maestros, profesores, pedagogos, ... Rosa Rodriguez Gascons, pedagoga
ResponderEliminarGenial el cuento. Resume claramente lo que se nos intenta vender como "innovación educativa", y no es más que un maquillaje con muchas palabras técnicas y algo de tecnología...Esperemos que cada vez más cerditos valientes se animen a construir "escuelas de verdad".
ResponderEliminarUn saludo, Salvador
Me ha gustado mucho el cuento metamorfoseado, es estupendo leer que hay más gente que considera la educacion de esta forma. El niño es el principal actor de los conocimientos, y como tal hay que darle la participacion adecuada y activa a cada etapa.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Marta
EliminarGenial esta nueva versión del cuento de los tres cerditos. Y me ha impactado tu introducción. ¿Por qué se llega a ese extremo? ¿Por qué se paga con los niños? Me hace reflexionar mucho.
ResponderEliminarUn saludo