Cualquiera
que tenga un mínimo conocimiento de pedagogía sabe que la presencia
de tecnología en las aulas, por sí misma, no supone ninguna
garantía de éxito educativo. Es más, sin una formación didáctica
adecuada, provocando de manera forzada la obligatoriedad de su uso,
la educación digital presenta algunos riesgos que conviene conocer
para no caer en ellos:
-Todo
vale. Internet es un pozo sin fondo de información y recursos, pero
no toda la cultura ni todos los recursos educativos se encuentran en
la red, ni se limitan a los que puedan encontrarse a través de
Google. Por tanto, un primer riesgo es limitar todos los contenidos a
trabajar en la escuela a aquellos que circulan por la red, dejando
totalmente de lado a los están fuera de ella (cada vez menos, por
cierto).
-Comodidad
versus eficacia. Existe un peligro, muy vinculado al anterior, que
consiste en limitarnos a utilizar lo primero que encontramos por
Internet sin tener muy claro el valor del recurso. “Lo primero que
se encuentra” ya sirve, pues no se dispone de tiempo para valorar
la calidad y la adecuación de los distintos recursos que pueden
encontrarse, ni seguramente se tiene la preparación necesaria para
contrastarlos de manera eficaz y siguiendo unos criterios de
evaluación válidos. Es absolutamente necesario establecer
parámetros para evaluar adecuadamente los contenidos que se
encuentran en la red.
-Utilizar
los recursos digitales como si fueran analógicos. Corremos el riesgo
de limitarnos también a un cambio en el formato de presentación de
los contenidos. Utilizar las TIC supone un cambio profundo en la
manera de concebir los procesos de enseñanza/aprendizaje y no solo
un cambio en el “soporte” de presentación aunque este resulte
mucho más atractivo para los alumnos.
-Se
corre el riesgo de una mayor desprofesionalización de los docentes.
La facilidad en la corrección y la elaboración de las actividades
cerradas conlleva la tentación de utilizarlas de manera exclusiva o
masiva. Con ello se corre el peligro de no fomentar la reflexión
sino limitarse a una versión descafeinada de la enseñanza
programada, que tan de moda estuvo en los años 70 del siglo pasado.
-Individualismo
versus colaboración. Por lo dicho en el punto anterior, también se
corre el peligro de hacer una enseñanza mucho más individualista;
cuando, al menos para mí, lo mejor que tiene la educación 2.0 es la
facilidad de trabajo colaborativo, de fomento de la inteligencia
colectiva.
-Deshumanización
de la instrucción, que no de la educación. Las máquinas, los
programas informáticos pueden facilitar de manera muy eficaz la
instrucción de los alumnos, el aprendizaje más instrumental, con lo
que se corre el peligro de “delegar” en la tecnología lo que
deben hacer las personas. No se puede reducir educación digital a
aparatos tecnológicos, la aportación del docente es básica.
-La
obsolescencia programada de los aparatos tecnológicos puede llevar a
la necesidad de renovación continua del hardware y el
software que utilicemos en nuestras escuelas. Así, lo que en
principio debería suponer un menor coste económico, se puede
convertir en un pozo sin fondo de gasto inútil (excepto para las
empresas tecnológicas).
Por
todo lo comentado anteriormente, la necesidad de seguir investigando
en las posibilidades didácticas de los recursos tecnológicos
digitales que tenemos a nuestro alrededor es una obligación
inexcusable para la pedagogía del siglo XXI.
Acompañar
a los docentes en este cambio de paradigma dotándoles de recursos
(materiales y formativos) es la única manera de alcanzar el éxito.
¡ACIERTO!
Hola Salvador. Como siempre... ¡dando el clavo! Simplemente, hay que leer este post y "hacerlo nuestro", tanto aquellos que nos situamos ante las TICs por exceso, o por defecto (=inseguridad, comodidad, ¡miedo!). Creo que recoges todas las inquietudes y deseos de aquellos que concebimos las TICs de manera, creo, "coherente". ¿Por qué? Si partimos de la idea de que son un instrumento vehicular para el aprendizaje de los "ciudadanos del hoy y del mañana", y sólo para su "aprendizaje" (=formación integral), sabremos otorgarle el sitio y valor necesarios. Me quedo con el riesgo de "deshumanización". Querido amigo. Es la crítica más fácil y ligera que suelen hacer aquellos que siguen pensando en esos fantasmas llamados TICs. Si somos capaces de reconocer quiénes somos los "protagonistas" de esta relación educativa y formativa en torno a las TICs, jamás correremos el riesgo de olvidarnos que unos enseñamos=educamos a otros para ser PERSONAS, y personas que quieren y aspiran a ser FELICES. La era digital es una realidad incuestionable y hay que situarse y conocer sus escenarios. Por esto los educadores tenemos que estar bien formados, conocer las TICs, no sentirnos maniatados ni sobrepasados por ellas, y reconocer unas orientaciones claras y precisas sobre cómo, por qué y para qué empleamos las TICs. Si esto es así, estoy convencido (¡eso creo...!), de que "sólo" nos preocuparán los alumnos y su formación integral. Viene muy bien que nos recuerdes qué riesgos podemos encontrar en este proceso, riesgos que se convierten en amenazas si no sabemos darle un "uso educativo" a estas herramientas de enseñanza y aprendizaje.
ResponderEliminarBuenasss....para mí la clave está, en la pérdida total del "sentido común" que es aplicable también a todos los ámbitos educativos ( familia, escuela, centros culturales, etc.)Hace un tiempo que observo esta falta de criterio de los adultos para decidir, supuestamente, en beneficio de niñ@s y jóvenes.Las TIC me encantan!, pero porque aprecio que mis alumn@s de Infantil disfrutan haciendo uso de ellas. Pero no escatimo esfuerzo en buscar otras estrategias, y menos aún, aquellas que me brindan la posibilidad de mirarnos, tocarnos, sentirnos,compartir nuestras emociones y sentimientos. Retomemos por favor,el criterio que debemos tener; a la hora de seleccionar textos, cuentos, materiales, y obviamente recursos digitales...
ResponderEliminarGracias por tu reflexión
Totalmente de acuerdo. Hay veces que se cae en el concepto erróneo de darle atribuciones casi "mágicas" a las tecnologías, como que solamente con utilizarlas se van a solucionar todos los problemas. Nada de eso es cierto, y creo que la experiencia nos los demuestra. Otro punto a tener en cuenta es no darla esa "sobre expectación" a las tecnologías, y no caer en el error de planificar nuestras actividades en torno a las mismas. Primero debemos pensar en los objetivos, ¿qué queremos que nuestros alumnos aprendan?, luego, planificar la actividad. Pero no debemos adecuar la actividad a la tecnología. Hay un vídeo muy interesante, que si bien no tiene nada que ver con esto, se puede usar como un paralelismo. Se los dejo:http://www.youtube.com/watch?v=6iEEbYIWhxM
ResponderEliminarGracias por la aportación. Saludos
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