Dedicarse
al mundo de la educación es como estar permanentemente montado en
una enorme montaña rusa. A muchos docentes les encanta esa sensación
de vértigo constante. Otros muchos viven con la inquietud de querer
que la montaña rusa se pare cuanto antes, pero justo en el
momento en que se detiene, están deseando que se ponga en marcha
otra vez.
Educar
supone, en muchas ocasiones, una descarga de adrenalina (o algo por
el estilo) que crea cierto estado de adicción, del que no es
necesario desintoxicarse, sino todo lo contrario, potenciarlo para
educar cada vez mejor.
Sí,
educar es emocionante, pero también es emocionar, porque implica a
las emociones, a los sentimientos, a lo más íntimo y profundo de la
persona.
Casi
siempre olvidamos que la educación, como las plantas, crece en dos
direcciones:
-Hacia
afuera (arriba): hojas, flores (lo social, lo laboral... lo
colectivo).
-Hacia
dentro (abajo): las raíces (lo personal, el yo... lo individual).
La
educación escolar tradicional se ha preocupado casi exclusivamente
de que la planta (el alumno) diera verdes hojas y hermosas flores,
pero casi nunca se ha ocupado de que sus raíces fueran grandes y
profundas para permitirle asentarse bien y poder alimentarse de todo
aquello que la tierra le ofrece.
Esas
raíces grandes y fuertes solo puede proporcionarlas una educación
emocional sistemática y planificada en nuestras escuelas.
En
alguna otra ocasión he planteado la metáfora del profesor como labrador que trabaja la tierra para lograr más y mejores frutos.
Ahora, me gustaría añadir dos matices más: que todo labrador
sabe que debe cuidar la tierra donde cultiva: debe ararla, abonarla,
regarla... para no convertirla en un terreno yermo, sin vida. Y que
también debe conocer qué tipo de tierra es y cuál es el cultivo
que mejor se adapta a sus características.
En
el ya un poco antiguo, pero todavía válido, Informe Delors (UNESCO,
1998) la educación del siglo XXI se basa en cuatro pilares:
-Aprender
a conocer.
-Aprender
a hacer.
-Aprender
a ser.
-Aprender
a convivir.
Quisiera
completar esta idea presentando los cuatro cuadrantes que define Ken
Wilber para explicar todo fenómeno humano. Para poder comprender
íntegramente cualquiera de estos fenómenos (y, por supuesto, la
educación) deben abordarse los cuatro:
Podemos
concluir que la educación solo será efectiva si se ocupa de manera
integral de todos los ámbitos de la persona.
Sin
emoción no hay aprendizaje. Para un docente es tan importante el
dominio de su materia, como lo es ser emocionalmente inteligente:
enseñamos a conocer pero, inexcusablemente, también enseñamos a
ser.
Me parece muy claro el artículo y es que educar implica a la persona completa en todas sus dimensiones. en las que, las emociones juegan un papel vital.
ResponderEliminarComo educadores hay que tener presente que la educación es integral y personal.
Muchas gracias Jimena, eso era justo lo que pretendía comentar con el post. Un saludo
EliminarMuy bueno. Interesantes reflexiones. Enhorabuena (no por el artículo, sino por ser educador...) ;-)
ResponderEliminar"Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender". Arturo Graf (1848-1913), escritor y poeta italiano.
Gracias! Todos somos educadores... debemos ser conscientes de este hecho.
EliminarEstupendas reflexiones, como siempre. Me alegro de compartir contigo profesión y emoción, desde luego educar es emocionante y sobre todo emocionar. Brindo por todos esos maestros que intentamos cada día crecer hacia afuera y hacia dentro, que bonita tarea.
ResponderEliminarMe encantan tus comentarios porque siempre transmiten entusiamo y pasión por la educación. Saludos
EliminarY yo..que intento contagiar con mi virus llamado "educación emocional", con algun@s lo consigo...otr@s se resisten...Tantas satisfacciones da trabajar con ella, y con las emociones de nuestr@s alumn@s...
ResponderEliminargracias por el post!
Silvina
Gracias Silvina. A los que se resisten... doble ración de emoción ;-))
EliminarCuando un aprendizaje va unido a una emoción, este es mucho más profundo y duradero. ¡Muchas gracias por estas palabras!
ResponderEliminarMaría
En el corazón de Infantil
Este aprendizaje es el que deja auténtica huella.
EliminarMuy valioso el artículo! La educación es integral y la emoción es parte de la persona. Gracias por compartir tan importantes palabras! Saludos, Cristina.
ResponderEliminarGracias Cristina. Por tu continuo aliento y tus comentarios.
EliminarEl artículo nos habla que la educación no se puede parcelar en compartimentos estancos. Fluye y afecta a todos los àmbitos: personal, familar, cultural, social... y a todas las edades... e nos implica emocionalmente a todos. Rosa Rodriguez Gascons, pedagoga.
ResponderEliminarGracias Rosa. Me parece una síntesis muy acertada de lo que pretendía decir en el post.
EliminarCuando un aprendizaje se realiza vinculado a una emoción , éste se interioriza, queda grabado. Yo creo que es muy importante aprender desde peques en transitar con las emociones, las propias y las de los demás, pues es algo inherente a la persona y se debe aprender a asumir tanto las emociones buenas como las que no lo son tanto. De ahí surgirá después un joven, adulto integral o no. Carme Pau.
ResponderEliminarMaravilloso artículo, siempre me emocionas con tus palabras y reflexiones, pero que dura es, en ocasiones esta profesión, gracias a tus palabras tengo en muchas ocasiones un balón de oxígeno y optimismo que me ayuda a seguir emocionándome con lo que hago.
ResponderEliminarMuchas gracias Myriam. Comentarios como el tuyo sí que son un balón de oxígeno para mí. Es una profesión dura, sí, pero no se me ocurre una ocupación mejor que la de formar personas. Un saludo
ResponderEliminarYo tuve algunos excelentes profesores y gracias a ellos te mantenías a flote, cuando venían los "otros" desanimadores profesionales podías repeler esos ataques. Veo con preocupación como hay profesores, jefes de estudios que no entienden su papel y torpedean la autoestima de los chic@s; que están ahí para hacer esa labor tan importante que ud plasma aquí, de dotar de herramientas, de ayudarles a crecer en confianza, a descubrir sus capacidades, a animarlos! Ojalá haya más de los suyos!
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