Durante mi infancia, cuando el dedo gordo de mi pie asomaba travieso por la punta del calcetín, mi madre cogía aguja e hilo y lo remendaba con amor y destreza, quedando como nuevo durante una buena temporada. Y así el calcetín era cosido y recosido tantas veces como era necesario. Hoy, cuando uno de mis calcetines está ligeramente desgastado, lo tiro a la basura y me compro otro par.
En nuestra sociedad, donde prevalecen los valores del consumismo por encima de cualquier otro, se potencia el "usar y tirar" (sucede también con los electrodomésticos, con los pañuelos, con los alimentos... e incluso con las ideologías y los valores) y, en mi opinión, eso está afectando también a nuestra manera de entender la educación.
Nuestros alumnos están acostumbrados a acercarse a la realidad con intermediación de la tecnología, por eso, la escuela, mucho más lentamente de lo que sería deseable, está adaptando sus métodos a la realidad de los alumnos que no es otra que la instantaneidad y la simultaneidad.
La multitarea se está imponiendo como característica primordial del aprendizaje. Los jóvenes de hoy en día están acostumbrados a hacer varias cosas al mismo tiempo: tuitean mientras ven un programa en la televisión, mantienen varias conversaciones a la vez a través de WhatsApp, caminan por la calle sin tropezar mientras escriben a toda velocidad un mensaje en el teléfono móvil...; tienen una estructura mental que, a imagen y semejanza de un ordenador, les permite "abrir diversas ventanas" al mismo tiempo para llevar a cabo varias tareas simultáneamente.
No seré yo quien esté en contra de esta manera de aprender, de adquirir conocimientos, pues creo que la tecnología condiciona los procesos mentales, potenciando unas habilidades o destrezas por encima de otras: eso sería ir contracorriente y supondría un grave error por parte de los educadores.
Pero (siempre hay un "pero"), la escuela también debe facilitar un espacio donde se pueda reflexionar, profundizar sin prisas en un tema. Propongo una especie de "educación defensiva" que ayude a preservar aquellas habilidades que también consideramos importantes y que pueden quedar relegadas por los nuevos tiempos, por las nuevas inercias de aprendizaje.
Propongo que se mantenga en las escuelas un espacio para la reflexión, para la calma, para hacer una sola cosa pero en profundidad... sin renunciar a que los alumnos sean habitualmente multitarea.
No estoy del todo de acuerdo con Nicholas Carr (Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) cuando afirma que Internet nos hace más superficiales; creo que nos hace diferentes pero no peores, nos hace más proactivos, más rápidos, más intuitivos. Pero creo que es necesario que en la escuela convivan aprendizajes multitarea con aprendizajes más lentos, que dejen algún espacio para la reflexión.
A veces es conveniente detenerse o aflojar el ritmo para poder llegar más lejos.
La multitarea se está imponiendo como característica primordial del aprendizaje. Los jóvenes de hoy en día están acostumbrados a hacer varias cosas al mismo tiempo: tuitean mientras ven un programa en la televisión, mantienen varias conversaciones a la vez a través de WhatsApp, caminan por la calle sin tropezar mientras escriben a toda velocidad un mensaje en el teléfono móvil...; tienen una estructura mental que, a imagen y semejanza de un ordenador, les permite "abrir diversas ventanas" al mismo tiempo para llevar a cabo varias tareas simultáneamente.
No seré yo quien esté en contra de esta manera de aprender, de adquirir conocimientos, pues creo que la tecnología condiciona los procesos mentales, potenciando unas habilidades o destrezas por encima de otras: eso sería ir contracorriente y supondría un grave error por parte de los educadores.
Pero (siempre hay un "pero"), la escuela también debe facilitar un espacio donde se pueda reflexionar, profundizar sin prisas en un tema. Propongo una especie de "educación defensiva" que ayude a preservar aquellas habilidades que también consideramos importantes y que pueden quedar relegadas por los nuevos tiempos, por las nuevas inercias de aprendizaje.
Propongo que se mantenga en las escuelas un espacio para la reflexión, para la calma, para hacer una sola cosa pero en profundidad... sin renunciar a que los alumnos sean habitualmente multitarea.
No estoy del todo de acuerdo con Nicholas Carr (Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) cuando afirma que Internet nos hace más superficiales; creo que nos hace diferentes pero no peores, nos hace más proactivos, más rápidos, más intuitivos. Pero creo que es necesario que en la escuela convivan aprendizajes multitarea con aprendizajes más lentos, que dejen algún espacio para la reflexión.
A veces es conveniente detenerse o aflojar el ritmo para poder llegar más lejos.