Infancia y redes sociales: ¿oportunidad o peligro?

jueves, 8 de noviembre de 2012
Aunque puede parecer increíble, la infancia, tal y como la entendemos hoy en día con sus propias características y necesidades, es una invención del siglo XX. El niñ@ entendido como persona, como sujeto de derecho, cobra entidad tras la Segunda Guerra Mundial, concretamente en el año 1959, con la Declaración de los Derechos de los Niños.

A grandes rasgos, hay dos interpretaciones clásicas de la historia de la infancia:

-      Philippe Ariés sostiene que el niño era más feliz cuanto más nos remontamos en el tiempo a otras épocas históricas porque podía mezclarse libremente con personas de diversas clases y edades. Para Ariés, la invención del estado “infancia”, tuvo como consecuencia la implantación de una concepción tiránica de la familia, que destruyó la sociabilidad y privó de libertad a los niños.


-    En cambio, para Lloyd de Mause: “La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco. Cuanto más se retrocede en el pasado, más bajo es el nivel de la puericultura y más expuestos están los niños a la muerte violenta, el abandono, los golpes, el terror y los abusos sexuales.”


En el siglo XXI, una nueva variable debe de ternerse es cuenta: Internet y las redes sociales.

Cuando la infancia estaba protegida dentro de una caja cerrada, bonita y cómoda pero aislada, aparece un espacio, una ventana al mundo que le permite mezclarse de nuevo con otras personas, que le facilita el acceso a informaciones que antes le estaban absolutamente vetadas, que le devuelve la posibilidad de sociabilidad a una escala mucho más grande y le otorga un espacio de libertad. Pero esto, ¿qué supone: una oportunidad o un peligro?

Sin duda, toda oportunidad conlleva un peligro; la cuestión es si lo que se gana compensa o no ese riesgo. La infancia debe ser protegida, se debe legislar en beneficio del interés superior del niño, pero nunca debería ser anulada, como ha sucedido en los últimos cien años. Las redes sociales posibilitan una infancia creadora (y creativa), activa, participativa... y no podemos dejar escapar esta oportunidad. Escuchar lo que piensan los niños nos debe ayudar a diseñar un sistema educativo mejor, una sociedad mejor.

Por este motivo, estamos obligados a diseñar una educación que trate al niño como si fuera un líquido, es decir, en constante movimiento y adaptable, y no como si fuera una esponja capaz de empaparse de datos e información. Sin perder más tiempo, tenemos que pasar del aprendizaje mediante lecciones magistrales a metodologías que posibilitan la construcción del conocimiento.

Es cierto que dar a los niños la posibilidad de “volar” (navegar por la red), de opinar y de moverse por espacios en los que puede llegar a informaciones a las que antes no tenía acceso, conlleva peligros. Por eso debemos crear una didáctica, unos mecanismos de defensa para que el niño por sí mismo sea capaz de valorar los peligros y evitarlos... pero me parece mucho más peligroso mantenerlos aislados en su jaula de cristal, sin voz y sin responsabilidad.


Bibliografía:

- Ariés, Philippe: El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Madrid, Taurus, 1987.

 -Mause, Lloyd de: Historia de la infancia. Madrid, A. Editorial, 1982.

2 comentarios:

  1. Estic totalment d'acord amb tu, com sempre, no podem aïllar els infants, els hi hem d'obrir finestres pq ells i elles puguin obrir portes. Les mares i els pares, conjuntament amb la "comunitat educativa" hem de fer molta feina. Meravellosa paraula, Comunitat Educativa, algú sap que vol dir? Jo ja he perdut els papers...

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  2. Totalmente de acuerdo, Salvador, hay que educar para las redes, no prohibirlas. Será que las personas que las prohiben no se acomodan a ellas? Un saludo

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