10 valores fundamentales para educar en el siglo XXI

lunes, 26 de noviembre de 2012
No podéis preparar a vuestros alumnos para que construyan mañana el mundo de sus sueños, si vosotros ya no creéis en esos sueños; no podéis prepararlos para la vida, si no creéis en ella; no podríais mostrar el camino, si os habéis sentado, cansados y desalentados en la encrucijada de los caminos.” (Celestín Freinet)

Cualquier proceso de enseñanza/aprendizaje transmite algún contenido, pero inevitablemente también algún valor. Aún cuando la educación se entienda como mera instrucción, se transmiten valores. Paradójicamente, el mismo hecho de intentar educar de forma neutra, sin transmitir valores, es una forma de transmitirlos.

La agonía de la escuela “sin valores” es cada vez más evidente. Se ha acentuado en los últimos años por la incorporación en las aulas de la enseñanza por competencias. La educación competencial supera el concepto de instrucción incorporando también la formación del carácter: “Toda educación es para la acción y esta acción debe ser creadora.” (José Antonio Marina)

La escuela, inevitablemente, siempre ha estado alejada de la “realidad” de los alumnos, pero en la actualidad la brecha se ha convertido en un abismo. Y eso es algo que nuestra sociedad no puede permitirse. En realidad, podemos afirmar que los niños y las niñas más escolarizados de la historia son también los más desamparados, pues están integrados en una escuela severa, exigente, hostil (Francesco Tonucci) sin entender lo que reciben a cambio, si es que en realidad están recibiendo algo que les resulte significativo. Un adulto trabaja ocho horas al día a cambio de un salario, los alumnos también trabajan durante muchas horas y casi siempre perciben que no reciben nada a cambio.

Por ese motivo muchos alumnos abandonan la escuela y lo hacen como un fracaso, como si hubieran sido derrotados. Esto los pone en una situación de desamparo difícil de asumir. Según datos de la Unesco: 31 millones de niños abandonaron la escuela en el mundo durante el año 2011. ¡El dato es demoledor!

He tratado en otras ocasiones cómo debe cambiar la escuela para acercarse a los alumnos. Hoy quiero tratar los 10 valores (aunque puede haber muchos más) que, en mi opinión, son esenciales en la educación del siglo XXI:

1.    Flexibilidad: Perder el miedo a los cambios, adaptarse a ellos. Es un valor imprescindible para las personas en esta sociedad en las que los cambios se han acelerado exponencialmente. Implica también que la educación debe ser continua, se aprende durante toda la vida. Nada es permanente a excepción del cambio.” Heráclito

2.    Curiosidad: Tiene que ver con el espíritu investigador, con las ganas de conocer lo que nos rodea. Es el motor del aprendizaje. “El aburrimiento se cura con curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.” Dorothy Parker

3.    Autonomía: Ser capaz de hacer ciertas cosas por uno mismo, sin depender de nadie. También tiene que ver con tener ideas propias. “La gente suele decir que tal o cual persona no se ha encontrado todavía a sí mismo. Pero la autonomía no es algo que uno encuentra, es algo que uno crea.” Thomas Szasz

4.    Emprendimiento: Muy relacionada con la autonomía, es la capacidad de actuar responsablemente sabiendo lo que se hace (proyecto) y prever las consecuencias. “Emprender, una forma de ser, una forma de hacer, una forma de vivir... una forma de enseñar.Maria Batet (@mariabatetr)

5.    Creatividad: Dar soluciones distintas a situaciones comunes o buscar respuestas a nuevas situaciones. Significa buscar nuevos caminos, cambiar la mirada, la perspectiva... “La creatividad se aprende igual que se aprende a leer.” Ken Robinson

6.    Tolerancia: Es la base para la vida en sociedad. Es tener respeto por las personas con las que convivimos aunque puedan tener diferente cultura, religión, opiniones políticas... “Todos estamos llenos de debilidades y errores; perdonémonos recíprocamente nuestras tonterías: es ésta la primera ley de la Naturaleza.” Voltaire

7.    Cooperación: Colaborar con los demás, compartir ideas, opiniones... nos hace mejores, da mejores resultados. La cooperación tiene más sentido cuando siendo autónomos elegimos compartir. “Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas.” Madre Teresa de Calcuta

8.    Responsabilidad: Ser conscientes de que lo que hacemos o lo que dejamos de hacer puede tener sobre los demás o sobre uno mismo ciertas consecuencias. “La libertad significa responsabilidad. Es por eso que la mayoría de los hombres la ignoran.” George Bernard Shaw

9.    Transparencia: Ser honesto con uno mismo y con los demás. Es un valor fundamental para trabajar en equipo. “Lo que las leyes no prohiben, puede prohibirlo la honestidad.” Lucio Anneo Séneca
10.Entusiasmo: Es lo que nos impulsa a actuar, a llevar a cabo cualquier proyecto. “No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura." Rubén Dario

Pedagogía de las pequeñas cosas

lunes, 19 de noviembre de 2012
Ernesto Sábato dijo que "un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas". Cuando leí esta cita pensé que mantenía todo su sentido si sustituía "escritor" por "profesor".

Creo que se habla poco de la importancia de las pequeñas cosas en la educación de nuestros alumnos, en el día a día en el aula. Lo importante que puede ser una sonrisa (como ya destaqué en un post anterior), una mirada, un gesto, una palabra... Es tan sencillo como recordar de vez en cuando que nuestros alumnos son personas con sus sentimientos, sus miedos, sus conflictos y que nuestra actitud hacia ellos tiene una incidencia notable en su proceso de aprendizaje.

Por ello debemos hacer el esfuerzo de huir de las etiquetas, de no colgar el cartel de "bueno", "malo", "vago", "trabajador", "problemático"... a nuestros alumnos. Estas etiquetas los estigmatizan provocando un distorsionamiento en sus resultados. ¿Habéis probado a evaluar sin saber la identidad del alumno? ¡Os podéis llevar más de una sorpresa!

Es lo que se conoce como efecto Pigmalion: "Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirían los alumnos, determinan precisamente las conductas que los profesores esperaban." (Rosenthal y Jacobson).

Dentro de las pequeñas cosas que son importantes diría que no podemos perder de vista que la autoridad se gana, no se impone. O mejor dicho, que la autoridad que se gana es muchísimo más eficaz que la que se impone. Un profesor con autoridad en el aula no es lo mismo que un profesor autoritario.

Cuidar las pequeñas cosas también significa saber dejar de lado el currículo, que es importante, por la actualidad, que es motivante para los alumnos. Tenemos que saber dar paso a los intereses de los alumnos y aprovechar con habilidad las cosas que pasan en el mundo, las noticias que comentan en los pasillos, en los recreos. Es importante hacer integrales, analizar frases o interpretar un mapa, pero también lo es conocer la realidad que los rodea y valorarla de manera crítica y constructiva.

Tener siempre presente las pequeñas cosas, las insignificantes, las que normalmente no se valoran, nos ayudará a educar mejor a nuestros alumnos. ¿Qué otras pequeñas cosas importantes se te ocurren?

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La sorprendente madurez democrática del pueblo

jueves, 15 de noviembre de 2012

Este es un blog sobre educación, pero en ocasiones no puedo evitar tratar otros temas...

¡Nuestros gobernantes no saben la suerte que tienen! El pueblo, la inmensa mayoría de los ciudadanos y ciudadanas que ayer salieron a manifestarse en las calles de todas y cada una de las ciudades españolas, han demostrado su buena educación y su madurez democrática. Daba gusto ver a familias enteras defendiendo democráticamente sus derechos, enseñando a las nuevas generaciones el camino a seguir.

Todo lo contrario sucede con nuestros políticos:
-Los que nos gobiernan, porque siguen con sus políticas injustas e intereses partidistas.
-Los que aspiran a gobernarnos, porque cuando están en el poder actúan de forma totalmente distinta a cuando aspiran a tenerlo.

Todos ellos se mueven en defensa de sus propios intereses y no en interés de aquellos que los han escogido como representantes.

Un pueblo que no tuviera esta increíble madurez democrática protestaría y defendería sus derechos de una manera mucho más violenta y radical, exigiendo el final de la corrupción y que paguen la crisis aquellos que la han provocado ya sea por su incapacidad o por su avaricia. No es de justicia que paguemos todos lo que han hecho unos pocos.

Que el pueblo clame justicia mediante una actitud pacífica y democrática debería ser un ejemplo para nuestros políticos... pero, un aviso: que no olviden que la paciencia tienen límites.
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Enseñar con una sonrisa... los niños no tienen la culpa

lunes, 12 de noviembre de 2012
“Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.” Gabriel García Márquez


Ya que el sentido común es el menos común de los sentidos, en ocasiones hay que decir ciertas cosas por muy obvias y evidentes que sean.

Sabemos que son tiempos difíciles para los docentes y, por supuesto, también para muchas familias.  Pero los niños no tienen ninguna culpa. Sin duda, la crisis económica, los recortes, las políticas que defienden los intereses del capital y no los de las personas... son aspectos que tienen una influencia directa en el bienestar de la infancia. Pero ellos, los hombres y las mujeres del futuro, no tienen ninguna culpa... aunque pagarán las consecuencias durante varias generaciones.

Es por ello, que pido que, al menos, les dediquemos una sonrisa en nuestro quehacer diario como educadores. A pesar de las bajadas de sueldo, de la escasez de recursos, de lo absurdo de las políticas educativas... los niños no tienen porque vernos con cara de disgusto y expresión continua de enfado. La realidad del día a día ya es suficientemente cruda como para hacer que la actividad escolar, que para ellos es la más importante, sea también un espacio gris. La educación siempre es a todo color.

La sonrisa tiene efectos balsámicos y terapéuticos, calma la ansiedad y el estrés, genera empatía, transmite confianza, facilita la comunicación... La sonrisa abre puertas. Sin ella, las generaciones futuras serán más tristes, más desconfiadas, más apáticas...

Con todo esto no quiero decir que los educadores tengamos que ser una especie de humorista, de monologista... tan solo pido que hagamos nuestro trabajo habitual siempre con una sonrisa sincera esbozada en la cara. Ni tampoco quiero decir que aceptemos con resignación y sumisamente la dura situación en la que nos encontramos: movilicémonos, protestemos, manifestémonos, luchemos... pero los niños no tienen ninguna culpa.
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Infancia y redes sociales: ¿oportunidad o peligro?

jueves, 8 de noviembre de 2012
Aunque puede parecer increíble, la infancia, tal y como la entendemos hoy en día con sus propias características y necesidades, es una invención del siglo XX. El niñ@ entendido como persona, como sujeto de derecho, cobra entidad tras la Segunda Guerra Mundial, concretamente en el año 1959, con la Declaración de los Derechos de los Niños.

A grandes rasgos, hay dos interpretaciones clásicas de la historia de la infancia:

-      Philippe Ariés sostiene que el niño era más feliz cuanto más nos remontamos en el tiempo a otras épocas históricas porque podía mezclarse libremente con personas de diversas clases y edades. Para Ariés, la invención del estado “infancia”, tuvo como consecuencia la implantación de una concepción tiránica de la familia, que destruyó la sociabilidad y privó de libertad a los niños.


-    En cambio, para Lloyd de Mause: “La historia de la infancia es una pesadilla de la que hemos empezado a despertar hace muy poco. Cuanto más se retrocede en el pasado, más bajo es el nivel de la puericultura y más expuestos están los niños a la muerte violenta, el abandono, los golpes, el terror y los abusos sexuales.”


En el siglo XXI, una nueva variable debe de ternerse es cuenta: Internet y las redes sociales.

Cuando la infancia estaba protegida dentro de una caja cerrada, bonita y cómoda pero aislada, aparece un espacio, una ventana al mundo que le permite mezclarse de nuevo con otras personas, que le facilita el acceso a informaciones que antes le estaban absolutamente vetadas, que le devuelve la posibilidad de sociabilidad a una escala mucho más grande y le otorga un espacio de libertad. Pero esto, ¿qué supone: una oportunidad o un peligro?

Sin duda, toda oportunidad conlleva un peligro; la cuestión es si lo que se gana compensa o no ese riesgo. La infancia debe ser protegida, se debe legislar en beneficio del interés superior del niño, pero nunca debería ser anulada, como ha sucedido en los últimos cien años. Las redes sociales posibilitan una infancia creadora (y creativa), activa, participativa... y no podemos dejar escapar esta oportunidad. Escuchar lo que piensan los niños nos debe ayudar a diseñar un sistema educativo mejor, una sociedad mejor.

Por este motivo, estamos obligados a diseñar una educación que trate al niño como si fuera un líquido, es decir, en constante movimiento y adaptable, y no como si fuera una esponja capaz de empaparse de datos e información. Sin perder más tiempo, tenemos que pasar del aprendizaje mediante lecciones magistrales a metodologías que posibilitan la construcción del conocimiento.

Es cierto que dar a los niños la posibilidad de “volar” (navegar por la red), de opinar y de moverse por espacios en los que puede llegar a informaciones a las que antes no tenía acceso, conlleva peligros. Por eso debemos crear una didáctica, unos mecanismos de defensa para que el niño por sí mismo sea capaz de valorar los peligros y evitarlos... pero me parece mucho más peligroso mantenerlos aislados en su jaula de cristal, sin voz y sin responsabilidad.


Bibliografía:

- Ariés, Philippe: El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen. Madrid, Taurus, 1987.

 -Mause, Lloyd de: Historia de la infancia. Madrid, A. Editorial, 1982.
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