"Reconstruir la escuela con el material con el que se hacen
los sueños"
La escuela "tradicional" (no confundir con la escuela como
institución) enseña a sentir vergüenza al equivocarse, evalúa en función de lo que falta,
uniformiza a los alumnos coartando su creatividad, su imaginación y, lo que es
más importante, su capacidad de soñar. La escuela tradicional conduce
al niño a tener miedo al error, a huir de la respuesta distinta, a dejar de lado la originalidad.
Un niño que sueña es un adulto que crea, que innova, que
emprende, que tiene iniciativa y espíritu crítico. ¿Será por eso que el sistema
educativo está diseñado para eliminar los sueños?
Vamos a pensar, por un momento, que la escuela tradicional es un par de
zapatos. Unos zapatos bonitos y cómodos, elaborados a mano por el mejor de los
artesanos con la mejor de las pieles. Eso sí, son unos zapatos de la talla 35.
A los niños y niñas cuyo pie encaje con ese número, esta escuela les va como
anillo al dedo.
Ahora imaginemos qué pasa cuando intentamos calzar
ese zapato a niños que tienen el pie más grande o, por el contrario, más
pequeño. Algunos de ellos, con molestias, rozaduras y a riesgo de deformarle
ligeramente el pie, acabarán por llevar esos zapatos. En cambio, otros muchos
niños y niñas jamás podrán lucir ese bonito calzado por mucho que lo intenten e insistamos nosotros en ello.
Es por eso que propongo elaborar ese zapato que representa
la escuela con el material con el que se fabrican los sueños. Un material capaz
de adaptarse al pie de cada niño y cada niña, capaz de cambiar, capaz no dejar
descalzo a ningún niño. Es un material que todos tenemos, pero no todos sabemos
usar.
Seguramente es un material que tiene que ver con la
aplicación de las metodologías pedagógicas que todos los que trabajamos en este
mundo conocemos, pero que parece que son tan difícil de implantar en el trabajo
de cada día y que tengan una incidencia real en las políticas educativas. Un material elaborado con la tecnología más actual... que permita
compartir, conectar, crear... soñar, porque como oí decir el otro día a Francesco Tonucci: "No es normal que a los niños no les guste la escuela".