Siempre he pensado que educar tiene algo que ver con poner orden en el caos. Vivir en sociedad nos obliga a pasar por un proceso a través del cual dejamos de lado nuestros instintos para convertirnos en elementos de un conjunto, capaces de convivir en armonía, capaces de transmitir nuestras costumbres y modos de vida, y, al mismo tiempo, capaces de transformar y mejorar nuestro mundo.
La educación, según he creído hasta ahora, es el motor que posibilita una sociedad más justa, un mundo mejor.
Pero, en los últimos tiempos, una duda me consume y me planteo si no estoy equivocado. ¿Seguro que la educación es algo tan importante? ¿Tiene realmente la educación la fuerza para transformar el mundo en el que vivimos?
La crisis económica global que estamos sufriendo es la excusa perfecta que están utilizando muchos gobiernos de Europa para desmontar sus sistemas de educación pública, para recortar sus recursos, y dejar sin una formación de calidad a buena parte de sus ciudadanos. Si nuestros gobernantes toman estas decisiones... ¿será que la educación no es tan importante como yo creo?
No, después de pensarlo con mucha calma, la respuesta es no. La educación sí que es una fuerza transformadora de la sociedad y, por ello, en un mundo donde los mercados son más importantes que las personas, en un mundo donde la economía es más importante que las personas, donde los intereses económicos prevalecen ante los intereses humanos... lo mejor que pueden hacen los que mandan es mantener a sus súbditos en la ignorancia. De este modo son mucho más manejables, menos críticos, menos peligrosos. Solo de este modo se explica que se recorte la escuela pública.
Pero sin un buen sistema educativo, que llegue a toda las personas, una sociedad no se puede desarrollar. Por eso, todos los que creemos en la educación tenemos la obligación de luchar por mantener una escuela de calidad que forme a personas capaces de hacer un mundo mejor, tenemos el deber de demandar un sistema educativo que dé una respuesta eficaz a las necesidades reales de la sociedad.
Sí, soy un ingenuo, creo en la educación. ¿Y tú?
La educación, según he creído hasta ahora, es el motor que posibilita una sociedad más justa, un mundo mejor.
Pero, en los últimos tiempos, una duda me consume y me planteo si no estoy equivocado. ¿Seguro que la educación es algo tan importante? ¿Tiene realmente la educación la fuerza para transformar el mundo en el que vivimos?
La crisis económica global que estamos sufriendo es la excusa perfecta que están utilizando muchos gobiernos de Europa para desmontar sus sistemas de educación pública, para recortar sus recursos, y dejar sin una formación de calidad a buena parte de sus ciudadanos. Si nuestros gobernantes toman estas decisiones... ¿será que la educación no es tan importante como yo creo?
No, después de pensarlo con mucha calma, la respuesta es no. La educación sí que es una fuerza transformadora de la sociedad y, por ello, en un mundo donde los mercados son más importantes que las personas, en un mundo donde la economía es más importante que las personas, donde los intereses económicos prevalecen ante los intereses humanos... lo mejor que pueden hacen los que mandan es mantener a sus súbditos en la ignorancia. De este modo son mucho más manejables, menos críticos, menos peligrosos. Solo de este modo se explica que se recorte la escuela pública.
Pero sin un buen sistema educativo, que llegue a toda las personas, una sociedad no se puede desarrollar. Por eso, todos los que creemos en la educación tenemos la obligación de luchar por mantener una escuela de calidad que forme a personas capaces de hacer un mundo mejor, tenemos el deber de demandar un sistema educativo que dé una respuesta eficaz a las necesidades reales de la sociedad.
Sí, soy un ingenuo, creo en la educación. ¿Y tú?